PREDICACIÓN EN TIEMPOS DE CUARENTENA

 

LA PREDICACIÓN EN TIEMPOS DE CUARENTENA

 

¿Qué, nos agarró de sorpresa?, seguro que sí. Casi nadie podía prever la magnitud de destrucción que se avecinaba. De la noche a la mañana comprendimos lo frágil que es nuestra existencia, que la vida es neblina que se va llevada por el viento. Pero ante tal eventualidad, dependerá mucho de nuestro grado de preparación para reaccionar a tiempo tomando las medidas necesarias para contrarrestar los peligros que encierra tal acontecimiento. Y nosotros, los testigos de Jehová, lo estábamos porque tenemos los sentidos prestos para escuchar y escudriñar a diario los mensajes de advertencia que Dios nos da en Su Palabra. Aun así, nos sorprendió y nos hizo comprender que debemos estar alerta a los siguientes acontecimientos. En la Biblia hay relatos que están enmarcados en un lapso de tiempo descrito como ‘los últimos días’ del presente sistema de cosas, el mismo que da indicios de “una gran tribulación’ como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder” (Mateo 24: 21). El punto culminante llegaría de manera tan sorpresiva e inesperada como cuando ‘viene un ladrón en la noche’. En los Evangelios, Jesús al describir los sucesos trascendentales que caracterizarían los últimos días de este sistema de cosas, habla de ‘los principios de dolores de angustia’ e insta a sus discípulos a ‘mantenerse despiertos’ (Marcos 13: 33). ¿Por qué deberíamos mantenernos despiertos los cristianos? Porque vivimos en la época más peligrosa de la historia de la humanidad. “Ustedes van a oír de guerras y desórdenes, no se aterroricen porque estas cosas tienen que suceder primero, más todavía no es el fin”. Entonces, no podemos permitirnos el lujo de adormecernos en sentido espiritual. Eso resultaría en que dejásemos de estimar la obra que Jehová nos ha encargado en el tiempo del fin: predicar las buenas nuevas del Reino. Esta obra mundial de salvación no se puede interrumpir porque la vida de millones de personas está en peligro. Pero, ¿cuáles son esos principios de dolores de angustia del que hablamos?

Me gustan las tardes de domingo porque me dan la oportunidad de ver la alegría dibujada en todo rostro de los hermanos que van llegando hasta el Salón del Reino de San Joaquín, Ica, asi como a todos los Salones que distribuidos están alrededor delmundo. Es domingo 15 de marzo; nuestro querido hermano Robert y su amada esposa Lidia son los primeros en llegar. Las puertas se abren de par en par y todos los que a continuación van llegando se saludan con mucho cariño. Me conmueve hasta las lágrimas ver tanta felicidad y para disimular mi emoción sonreí e inspiré con fuerza, como si necesitara dar oxígeno a mis deseos de abrazarlos, y para secar mis lágrimas fingí ir con apuros a los lavados. En menos de quince minutos el salón está lleno y todos esperamos con ansias el inicio de la reunión. El intenso calor del verano se refresca con las aguas de un arroyo espiritual que brota de las fuentes de ‘agua de vida que fluye desde el trono de Dios y del Cordero’. Con ese tono solícito que infiere autenticidad, el discursante desarrolla un tema de la vida cotidiana enfocado desde el punto de vista bíblico. Son dos horas de nutritivo alimento espiritual el que recibimos atentos y sin contratiempos. Todos sabíamos, por las recomendaciones que nos llegan desde ‘el Cuerpo Gobernante’, que los tiempos venideros serían muy complicados, pero jamás pensamos que tan pronto tocaran las puertas, y así sucedió el día menos pensado: la pandemia del Covid 19 asomó su hedionda presencia.

La rígida cuarentena decretada por el gobierno para frenar los contagios fue en un principio por quince días, tiempo en el que las personas poco acostumbradas al encierro vivían con la sensación de estar prisioneros en su propia piel. Lejos habían quedado los días de terrorismo y de ‘toques de queda’ que nos encerraban de miedo; hoy pasado ese peligro, ya vivíamos con la relativa calma de andar libremente y sin sobresaltos. Pero los tiempos de calma, generalmente duran muy poco; el mundo gira vertiginosamente. Es increíble ver con tanta certeza que la Biblia anuncia que ‘la escena de este mundo está cambiando’. También vemos que Jesús, hace cerca de dos mil años predicaba que ‘las pestes y terremotos en un lugar tras otro marcarían el principio de dolores de angustia, más todavía no es el fin porque se tiene que predicar las buenas nuevas del reino en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin’ (Mateo 24: 14).

Pero, ¿Cómo predicar si estamos en cuarentena rígida? ¿Se detendría la obra de predicar y hacer discípulos, encomendada por Jesucristo? Esto nos recuerda a un relato del libro de Hechos capítulo 5, cuando en el primer siglo ‘la secta de los saduceos echó mano a los apóstoles, y los pusieron en un lugar público de custodia’ con el propósito de impedirles predicar. Resultó siendo un vano intento porque el ángel de Jehová abrió las puertas de la prisión, los sacó y les dijo: ‘vayan y sigan hablando al pueblo todos los dichos acerca de esta vida´; y siguieron predicando. Es entonces que las autoridades del Sanedrín mandaron a capturarlos y les ordenaron que dejaran de predicar, pero levantándose el apóstol Pedro, en respuesta dijo: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. Esa misma convicción es la que también rige hoy en el corazón de todo testigo de Jehová; no hay nada que pueda impedir seguir llevando el mensaje de esperanza a toda la humanidad.

El sol declina majestuosamente detrás de las colinas de arena del desierto de Ica, como declina también la alegría por vivir, no teníamos tiempo ni ánimos para aspirar a bocanadas el dulce aroma de los pinos, mangos y naranjos. No lo puedo explicar adecuadamente, pero ello me había, nos había, arrebatado a todos sin excepción por completo la paz. La cuarentena siguió alargándose mes a mes y la incertidumbre y las muertes también siguieron creciendo en número. El alcohol, el incesante lavado de manos, los felpudos con lejía, las mascarillas y los protectores faciales, toman protagonismo. Las olas de contagio alcanzan nuevos picos, las camas UCI no son suficientes y el oxígeno tan vital para respirar escasea y la desesperación por auxiliar a los familiares crece. Las familias de todo el mundo están permanentemente acompañadas por sus muertos; hasta los cementerios no se dan abasto para atender el desfile interminable de fallecidos que llegan envueltos en bolsas de plástico porque hasta los cajones se acabaron. Es urgente llevar consuelo a toda familia, sobreponiéndonos al dolor propio: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo, que nos consuela en toda nuestra tribulación, para que nosotros podamos consolar a los que se hallan en toda clase de tribulación mediante el consuelo con que nosotros mismos estamos siendo consolados por Dios” (2 Corintios 1: 3, 4).

Nuestras reuniones presenciales del Salón del Reino, solo son un romántico recuerdo, ahora aprendemos a usar la tecnología como un curso intensivo, para poder reunirnos y también predicar. Hay personas mayores con conocimiento limitado para el uso de salas Zoom, o de los dispositivos para llamadas múltiples y eso, para el común de la gente puede ser causa de desánimo, pero no para un cristiano verdadero Testigo de Jehová porque contamos con la ayuda del espíritu santo de Jehová que acude en nuestro auxilio. Es hora de los jovencitos, diestros en el manejo, que se convierten en maestros amorosos instructores. Si antes, la predicación era presencial, ahora es a través de cartas que enviamos por Whatsapp o Messenger; también utilizamos las llamadas por teléfono. Este método de predicación no es nuevo; ‘el Cuerpo Gobernante´ desde hace años iba tomando las previsiones, por tanto, teníamos muchas publicaciones dirigidas a capacitarnos para estas eventualidades. Los testigos de Jehová somos siervos de un Dios de orden, de manera que somos un pueblo muy organizado, y esto rige para los miles de congregaciones que hay en todo el mundo. La unidad y el amor, nos caracteriza: “en esto conocerán que ustedes son mis discípulos”, dijo Jesús. La bendición de Nuestro Creador se ve revelada porque nuestro territorio de predicación se ha extendido incluso hasta ciudades lejanas del país y también del extranjero; y por supuesto ingresamos por esos mismos medios hasta los Condominios, fábricas, Fundos y oficinas, a las que antes no podíamos predicar: el resultado se aprecia en el incremento de estudios bíblicos y de asistentes a las reuniones. Nadie lo puede parar. Este testimonio no es nuevo, ya en el primer siglo, Gamaliel, un fariseo maestro de la Ley estimado por todo el pueblo dijo: “si este proyecto proviene de hombres, será derribado; pero si proviene de Dios, nadie podrá derribarlos” (Hechos 5: 38, 39).         

    

 

 

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