HISTORIA DE LARAMATE
HISTORIA DE LARAMATE
Laramate no es un lugar aislado, forma parte de un gran país. Está ubicado en el departamento de Ayacucho, provincia de Lucanas. Si bien nuestro pueblo es apenas un puntito hecho por la marca de un lápiz, es muy importante para quienes nacimos allí. Tenemos el orgullo de tener el azul más intenso de los cielos- de ahí su nombre, Laramati- la hospitalidad y el calor de su gente. Es parte de aquel pueblo donde se selló la independencia: Ayacucho. Su Historia, no es, ni debe ser, solo un frío recuento de guerras intestinas o el desmedido afán de invasores que solo desean sus riquezas . Somos un pueblo con idiosincrasia legítima, construida en base a la resistencia por las injusticias y la alegría de sus logros. El doctor Edmundo Guillén Guillén, historiador notable, nos muestra el ayer y hoy, nos señala el camino por el que debemos transitar. Las investigaciones que el realizó son de especial importancia, pues son la base sólida para construir una historia de la que hoy nos enorgullecemos. Este laramatino es hijo de Edmundo Guillén Guevara y de María Guillén Gallegos. (Noviembre 1,921- 12 febrero 2,005)
Es necesario remontarnos hasta el siglo X d.c. para ir comprendiendo como surgen los pueblos de los andes ayacuchanos. Por aquel tiempo, el Imperio de la Cultura de los Waris, está en su apogeo. Su principal actividad era de carácter militar y expansionista, llegando a conquistar diversos señoríos de su tiempo. La sede imperial de los Huari se sitúa en el departamento de Ayacucho. Sus conquistas abarcan Nasca, Ica, y más al norte Pachacamac; además de otros territorios a lo largo del antiguo Perú, (Chimú, Cajamarca, Cuzco; incluso se cree que estaba unido a los Tiwanacos). Estuvo gobernada por nobleza guerrera y por una sociedad militarista expansiva. Su organización política estaba centralizada en cabezas de región. El pueblo estaba constituido básicamente por agricultores y pastores, además de sus fieros guerreros. En alguna de sus expediciones a la zona de Nasca, descubre una extensa campiña, cuyos habitantes son nativos que se dedican al pastoreo de camélidos y al cultivo doméstico. Luego de tratos pacíficos con los curacas de este lugar, se afincan y enseñan las artes de la construcción. Esta cultura fue de las primeras en desarrollar ideas de urbanismo. Los vestigios que corroboran su influencia, la vemos en Plazapampa y Apataque, bellos complejos arquitectónicos con muros simétricos hechos de piedra, que sin embargo conservaban el carácter aldeano y campesino. Además, la ubicación de sus construcciones, era estratégica, como tenía por costumbre hacerlo, también en otros lugares. Siendo un pueblo guerrero emplean tácticas para proteger su territorio y esa debe ser la explicación de que hayan construido un campamento militar en la cima de uno de los oteros que hay en Plazapampa, habiendo al pie, una gran planicie para edificar. Era lugar de vigilancia, que abarca un extenso territorio. Subido a se otero se domina el ingreso por los cuatro puntos de acceso: la quebrada de Colca, la entrada por Llauta, por la cañada de Condurillo, además de la entrada por Sausana. Otra obra que confirma la influencia Huari es el acueducto subterráneo de Huaquirata. Bello canal de magnífica construcción que siempre ha significado un enigma, pues no sabemos su origen, ya que no hay por la zona, ningún aguajal. Y otra construcción que asombra es la ciudadela de Santa María, en el fértil valle de Apataque; que parece haber sido hecha para viviendas y reposo, además de proveerse de provisiones. La permanencia de esta cultura en Laramati, territorio conquistado con diligencia, ha durado los suficientes años, los mismos que les permitieron ir cercando los potreros y las chacras familiares. El tiempo que duró su ocupación, permitió disfrutar de bonanza y paz. Esta zona fue utilizada como un remanso de paz al que acudían luego de los intensos trajines de las guerras de expansión. Poco a poco, su apogeo va decayendo, al parecer hasta los primeros años del siglo XIII. Es un misterio su intempestiva marcha; su desaparición parece que se debe a algún peligro que los acecha. Su marcha es parecida a una estampida de toda la población. Se dispersan y se llevan consigo muchas de las costumbres que por falta de tiempo no pudieron implantar. A los pobladores que quedan en el lugar les duró muy poco su relativa paz, pues al tiempo aparecen nuevos grupos de otra cultura más agresiva que la anterior. Llegan dispersados y traen consigo muchas de sus costumbres. De los asentamientos dominados por los Wari en Nazca, los desintegrados habitantes, llegan a las quebradas de Ingenio y otros a Vizcas, subiendo quebrada arriba, estableciéndose a lo largo de la misma. De aquel lejano tiempo en que llegaron los primeros invasores Wari trajeron en su ejército a numerosos guerreros Tiwanacos y ellos dejaron como aporte el nombre que se le da a la zona: Laramati, que en aymara significa "Cielo Azul", por la nostalgia que sentían al ver un cielo parecido al de su lejana aldea. La fuerte influencia que tenían los del Tiahuanaco de Puno se ve en los restos de vasijas con grabados de sus divinidades. La historia sigue su curso, y las penumbras del tiempo se ven alumbradas por los vestigios de las culturas que contribuyen para no quedar enterradas en el misterio. Después de la extinción del Imperio Wari, los Chankas se posicionan en el lugar...
De la Cultura de Los Chankas se conoce que surgen en el momento que ese gran Imperio de los Wari entran en decadencia y se van extinguiendo lentamente por los alrededores del 1200 hasta los años de 1400 d.C. Aquella cultura Wari, que alcanzó posiciones esplendorosas van desapareciendo, como cumpliendo algún trágico designio, que los hace abandonar las ciudades que con tanto afán construyeron y se refugian en los extremos del campo. De nuestro y de otros cercanos pueblos ocupados, huyen en estampida. Abandonan la ciudadela de Santa María y el gran otero de Plazapampa. Y lo hacen, como si tuvieran premura por escapar. Parecía que algún peligro se cernía sobre sus vidas y se van, dejándolo todo. Incluso en Plazapampa se ve piedras que estaban en pleno proceso de tallado. Así están hasta el día de hoy, como esperando alguna explicación. Todos esos inmensos espacios dejados, es ocupado por Los Chankas, quienes hambrientos de nuevas tierras, los hacen suyos. Es un vasto territorio que comprende los departamentos de Apurimac, Ayacucho y Huancavelica. Para algunos arqueólogos la sociedad Chanka implicó un retroceso en comparación con los Wari. En la zona de las Cabezadas ocupan los pueblos de Guacguas, Allauca y la provincia de Laramati. No dejan grandes obras que magnifiquen el pueblo. Aunque debemos reconocer que como agricultores hicieron que las tierras fueran trabajadas para el sembrado de pastos que sirvan de forraje para los animales que fomentaron su crianza. De sus orígenes se sabe que son, preponderantemente, un pueblo pre
inca cuyas aspiraciones eran el guerrear con pueblos vecinos buscando extender sus territorios. Para muchos historiadores, tienen fama de sanguinarios guerreros. En cada uno de los pueblos ocupados van construyendo casas de piedras en aldeas lejanas , unas de otras. En esos pueblos dejan curacas que atiendan a su población y el grueso del ejército siguen su marcha porque están en continuas escaramuzas con el Imperio vecino de los Incas. Parece ser que su obsesión era apoderarse del territorio vecino. La demarcación de tierra que ocupan está dividida en Los Hanan Chankas que dominan regiones conocidos como los
“Choclopus” o “Chocorvos”, abarcando su territorio y ejerciendo poder en todas las cabeceras de la costa o lo que hoy conocemos como Las Cabezadas. Por otro lado los “Uran Chankas” cuya sede era Andahuaylas, vivían cerca de la Laguna
Anori y su capital era “Huaman Karpa” o “casa del halcón”; sus desplazamientos eran, mayormente, hacia la zona dominada por los Incas. El iniciador
de la expansión Chanka se llamó Usco Vilca. Su espíritu expansionista los llevó hasta
Cuzco.
Para los Chankas es una tarea casi imposible el logro de sus aspiraciones: EL Imperio Incaico está en todo su apogeo, con Wiracocha como gobernante. Los Incas que ya tienen dominios
sobre gran parte del territorio peruano, sigue buscando expandirse, llevando
prosperidad a la gente de otros lugares, fuera del Imperio. El territorio ocupado por Los Chankas, se tornaba en atractivo para el gobernante Wiracocha, pero vez tras vez es, ante las arremetidas de los incas, eran respondidos con energía haciéndolos retroceder. Los Chankas que tienen fama de no rendirse y de ser sanguinarios en su lucha, preparan una incursión, por uno de los flancos de los Incas. Pero es en esta oportunidad que el joven guerrero Cusi Yupanqui, ya conocido como Inca Pachacutec, se yergue en el baluarte y logra por su valentía hacerse un nombre ante su padre, obteniendo una significativa victoria frente al ejército Chanka. El nombre Pachacutec, que significa: "el que cambia el rumbo de la historia", enarbola con osadía el protagonismo, los persigue en su huída por los valls de Abancay, Uripa, y Andahuaylas, donde logran parapetarse en sus fortalezas, no para llorar sus derrotas, sino para sobreponerse afianzando bien su ejército. Muchos de los dispersados huyen por las serranías de Ayacucho, llegando hasta el territorio que antes había sido de los desaparecidos Waris: Guacguas, Allauca y Laramati. Pachacutec, era todavía muy inexperto, aunque si, belicoso. Ya para este tiempo, su padre el Inca Wiracocha ve con cierta nostalgia que las juveniles fuerzas le van faltando, se va sintiendo viejo. Empieza a pensar en un sucesor. Pachacutec, a pesar de sus dotes de gran guerrero y de probada valentía, no está en la línea de sucesión del trono, eso le correspondía a otro hermano, Inca Urco, pero este en lugar de asumir su responsabilidad cayó en la holganza y pasó el tiempo en diversiones y vicios. Estando así la situación, el futuro conquistador de pueblos, el Inca Pachacútec siendo todavía joven organiza una expedición de conquista, y se arriesga a salir de Cuzco con el imperativo afán de ver crecer sus dominios y
queriendo demostrar a su padre, el gran Wiracocha, su valentía. Con un ejército de 30,000 hombres se
adentra en la zona de Lima algunos años antes de 1420, por la conquista de Pachacamac, pero sufre un serio revés, pues su
ejército se ve mermado por los estragos de una peste: la “terciana”. Sin
embargo, hombre fuerte de gran determinación sigue en su avidez por la conquista
de nuevas tierras y se dedica a enrolar más hombres para su regimiento.
Habiendo estado en Lima, el tiempo que le cupo, logró la dominación de las extensiones que bordean el Rimac y más allá, los
valles de Pachacamac y Lurín, para luego avanzar hacia el sur. En
el año de 1420, acompañado de su hijo el príncipe imperial Yupanqui y de su
hermano Capac Yupanqui, emprenden la conquista del valle de Ica. Los habitantes
del lugar, si bien son pacíficos, no temen a los enfrentamientos
guerreros, están prestos a los esfuerzos y elementos de guerra. Sin embargo,
Pachacutec, hombre sagaz no emplea la fuerza, sino sus dotes de diplomacia. Este Inca tiene visión de estadista y caudillo guerrero.Con muchas obras, buen trato y muchos años de arduo trabajo y tesón logra dominar pacíficamente, salvo algunas escaramuzas, esta nueva tierra. El
conquistador, hombre de varonil belleza, fuerte e impetuoso, era no obstante,
un gran guerrero y emperador además de gran administrador, planificador y
observador de la psicología humana. Incluso se dio tiempo para amores infructuosos, aunque con caballerosidad y galantería, regaló una obra para llevar agua hasta parte del desierto iqueño, La Achirana, (Tradiciones Peruanas de R. Palma). Cuando va preparando su partida para avanzar más hacia
el sur, recibe ingratas noticias, que dan cuenta que una grave enfermedad
aqueja a su padre. Su tan ansiada estrategia de subir con el total de sus huestes
por la quebrada de Vizcas, supervisando de paso la guaca de Saramarca, y atacar
a los Chancas por dos frentes, queda trunca. Estos viajes expedicionarios le toman seis años, los cuales los utiliza para someter de forma pacífica a muchos pueblos. Según el historiado Herrera Cunti, otros tres años le costó dominar a los Chinchas. Las circunstancias lo obligan a
retornar a Cuzco empleando escabrosos senderos, evitando por el momento el encuentro con las huestes Chankas. En la zona de Pisco e Ica queda parte de su ejército a cargo de uno de sus jefes guerreros, la misión debe continuar conquistando territorios para engrandecer al Imperio. Aprendió todas las artes de la guerra. Según el historiador Herrera Cunti, al Inca Pachacutec le costó seis años visitar pueblos para someterlos de forma pacífica y ganarlos para el Imperio. Con fuerte
contingente parte hacia Cuzco. El penoso trayecto desde la costa hasta la capital del Imperio, le cuesta la vida a miles de súbditos que acompañan al joven Pachacutec. Como su ejército está disminuido procura no adentrarse en territorio enemigo. Por noticias que le llegan, se entera que sus enemigos Chankas preparan una sangrienta ofensiva. Su padre que ya está entrado en años, no es ya, el guerrero antiguo. Apura su paso y logra entrar triunfante en Cuzco. Su hermano mayor Inca Urco, es dejado de lado en la sucesión del trono y su padre le confía dirigir el esplendoroso Imperio y lo arenga para que conduzca a su pueblo con sabiduría, mano firme, pero con lealtad a sus principios y sin abusos.
La cruenta guerra que sostienen con los Chankas sigue ocasionando muertes. Pachacutec se pone al frente de un numeroso ejército y avanza contra el ejército enemigo. Corre el año de 1,438 cuando se realiza el último enfrentamiento. Segun la versión de los historiadores aquel día de la última batalla, los dirigidos por Pachacutec mueren cerca de 30,000 hombres, pero ninguno de los aguerridos Chankas logró sobrevivir. A la suma de todos los acontecimientos y al ver el arrojo y valentía del joven Pachacutec, cuando muere el Inca Wiracocha es escogido para tomar la “Maskaypacha”, en lugar del holgazán de su hermano Inca Urco, por ser además el más capaz de los hijos de Huiracocha. Este emblema es una orla de fina lana roja con incrustaciones de hilos de oro y plumas de corequenque. Estimado lector, la historia de nuestro pueblo ha sido escrita por la sucesión de sangrientos acontecimientos. Hasta esta altura de la narración hemos visto como la Gran Cultura de los Waris tiene una gran influencia en la construcción de nuestra idiosincrasia, para luego de haberse extinguido, otra Cultura, no menos importante, Los Chankas, nos trasmitió el amor por la agricultura y la crianza ordenada de animales. Fueron los primeros en iniciar el levantamiento de las "pircas" y corrales para guardar el ganado. Durante el largo tiempo de paz entre guerra y guerra, extienden la campiña hasta los más alejados rincones; para eso abren surcos por donde corre el agua para los riegos. También enseñan a identificar a los curacas dándoles el nombre de acuerdo a su lugar de residencia: Condor Curi, Caxa Angasi, Cuchu, etc. Los genes de aguerridos defensores de lo nuestro, que hoy nos caracteriza, también lo hemos heredado de Los Chankas.....
La cruenta guerra que sostienen con los Chankas sigue ocasionando muertes. Pachacutec se pone al frente de un numeroso ejército y avanza contra el ejército enemigo. Corre el año de 1,438 cuando se realiza el último enfrentamiento. Segun la versión de los historiadores aquel día de la última batalla, los dirigidos por Pachacutec mueren cerca de 30,000 hombres, pero ninguno de los aguerridos Chankas logró sobrevivir. A la suma de todos los acontecimientos y al ver el arrojo y valentía del joven Pachacutec, cuando muere el Inca Wiracocha es escogido para tomar la “Maskaypacha”, en lugar del holgazán de su hermano Inca Urco, por ser además el más capaz de los hijos de Huiracocha. Este emblema es una orla de fina lana roja con incrustaciones de hilos de oro y plumas de corequenque. Estimado lector, la historia de nuestro pueblo ha sido escrita por la sucesión de sangrientos acontecimientos. Hasta esta altura de la narración hemos visto como la Gran Cultura de los Waris tiene una gran influencia en la construcción de nuestra idiosincrasia, para luego de haberse extinguido, otra Cultura, no menos importante, Los Chankas, nos trasmitió el amor por la agricultura y la crianza ordenada de animales. Fueron los primeros en iniciar el levantamiento de las "pircas" y corrales para guardar el ganado. Durante el largo tiempo de paz entre guerra y guerra, extienden la campiña hasta los más alejados rincones; para eso abren surcos por donde corre el agua para los riegos. También enseñan a identificar a los curacas dándoles el nombre de acuerdo a su lugar de residencia: Condor Curi, Caxa Angasi, Cuchu, etc. Los genes de aguerridos defensores de lo nuestro, que hoy nos caracteriza, también lo hemos heredado de Los Chankas.....
Mucha de la historia de la represión religiosa que
data después de la muerte de Atahualpa, inspiró a nuestro Historiador Edmundo
Guillén Guillén, para ilustrarnos con valiosos datos e ir construyendo la
Historia de nuestro Pueblo. El eclesiástico Cristobal de Albornoz, llevó cuenta detallada de todo acontecimiento, por orden de los Reyes de España.
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Pachacutec, "el que cambia el rumbo de la historia" logró derrotar al último enemigo, el año 1,438 y a partir de allí, reina la paz por mucho tiempo. Es admirable comprobar que la historia de nuestro pueblo no es un hecho aislado. Está conectado con los acontecimientos que suceden a miles de kilómetros. En Laramati, los indígenas que lo habitan, viven sojuzgados por curacas, unos abusivos y otros comprensivos. Ponen en práctica lo aprendido de las dos culturas anteriores y también de alguna manera, la influencia Inca. El terreno amplio con tierras que se destinan a la labranza siguen ensanchándose y las faldas de los cerros que encierran la campiña son ganados para la agricultura con la construcción de andenes. Para ir comprendiendo mejor la historia de nuestro pueblo, tenemos que remontarnos
hasta el año 1532 en que fue capturado el inca Atahualpa. Ya los conquistadores que llegan de lejanas tierras, con costumbres desconocidas y con dioses extraños, hacen su aparición con paso apresurado de aventureros inclementes. La ambición de conquistar riquezas y gustar placeres hondos los lleva a arrasar con las reliquias incas y a profanar sus lugares de adoración, para implantar por fuerza el culto a un dios extranjero. Crece el descontento de la raza indomable de los incas, ellos soldados de mil batallas se levantan en rebelión. Después de dicha
captura se forma un movimiento llamado la Resistencia de los Incas que abarca
desde 1536 hasta 1572. Durante ese tiempo sucedió la Rebelión de Manco Inca, y
otra llamada rebelión de los incas de Vilcabamba. El tiempo corre
inexorablemente dejando a su paso estela de triunfos y traiciones. A la muerte
de Atahualpa, los protagonistas del avance del cristianismo arrasan a quienes
no quieren convertirse a una religión extraña. Los conquistadores hacen uso de
un documento llamado El Requerimiento, que fue redactado en España, a nombre
del Papa, por un jurista llamado Juan Lopez de Palacios, el mismo que los
autoriza a "tomar todos sus bienes, de esclavizar a sus mujeres e hijos y
hacerles todos los males y daños posibles, si es que no se convierten al Dios
creador de los primeros hombres, que había elegido a San Pedro y a sus
sucesores de Roma como monarcas del mundo, superiores en autoridad a todos los
príncipes de la Tierra". Con este mamotreto autorizado por las autoridades
eclesiásticas de Roma, se cometían todo tipo de tropelías en contra de los
descendientes indígenas. Arrasaban pueblos, violaban mujeres y robaban bienes.
Ante tanto abuso, los Incas de Vilcabamba se rebelan, dando inicio a un
movimiento que se llamaría "Resistencia de los Incas". Este
movimiento avanza desde Cuzco hacia Puno (región aymara) y abarca hasta Ayacucho
(zona quechua). Estos acontecimientos fueron relatados por el Padre Cristobal
de Albornoz, quien da cuenta de la represión del movimiento anticristiano en
los pueblos de Hatun Rukana y Laramati, en 1569. El documento existe con el
título "Descripción de las parcialidades Hatun Rukana y Laramati", cuyo autor es el doctor Edmundo Guillén Guillén, el
mismo que contribuye a la historia regional de Ayacucho.
En la década de 1560 se extendió un Movimiento Ideológico Religioso llamado
Takiy Onqoy. Los incas querían recuperar lo que los españoles, con su religión,
les estaban arrebatando- pueblos, creencias, ganado. Este movimiento, forma
parte de la estrategia que emplearon los indígenas para combatir a los
"cristianorunas" o "supayparuna"; y estaba llamado a
rebelarse en contra de la manera violenta y coercitiva de los españoles, que
utilizaban como pretexto "la conversión al cristianismo y que estos indios
ladinos habían sembrado en todo el reino una nueva apostasía". Se
enfrentaron al desmantelamiento del Imperio Inca por parte de los
conquistadores españoles y sus indígenas aliados andinos. La Rebelión
ideológica, nace en Huamanga y avanza a todos los pueblos de ese vasto
territorio incitando el regreso al culto de las "guacas"que son sus
deidades prehispánicas y los recintos en los que se realizaba su adoración. Sus
predicadores indígenas proclamaban la guerra santa contra los españoles y su
religión; pero fueron severamente reprimidos por el eclesiástico Cristobal de
Albornoz. Esta represión implacable fue un episodio más de la guerra de la
reconquista religiosa andina contra la imposición del cristianismo por los
españoles.Los incas de Vilcabamba en su avance fueron sembrando, como un
remanso de su historia milenaria, sus mitos y leyendas, extendiendo su piso
ecológico desde las gélidas punas hasta los bordes de la "yunga"
costeña. Entre los territorios que se habían alejado de los
"cristianorunas" y volvieron a la adoración de sus dioses están: la
provinia de Laramati con su Kuraka al frente: Cristobal Paucar Cucho, pueblo de
Guacguas, poblado de Caroncho (probable Carhuacucho). pueblo de Allauca (Llauta), pueblo
de Cacha (Ocaña), Sonconchi. Los seguidores de Cristobal de Albornoz, les
quemaron sus Guacas, en Laramati: Llamoca, Paucani más ocho huacas; en Cacha
(Ocaña) quemaron diecisiete guacas y en Sonconchi, cuatro huacas. De esta
manera los dirigidos por el eclesiástico decían que era necesario "sacar" o desaparecer el culto a
"su señor natural": el Apo de las montañas donde estaba desterrado, vencidos
por el cristianismo.
Los nativos, que con el paso de los años, desde que desapareció el propiamente dicho Imperio de los Incas, se van posesionando y haciéndose propietarios de los terrenos de cultivo de sus pueblos, ahora defienden lo suyo. No se dejan vencer por el Dios extranjero y sus abusivos predicadores; cuando llegan los invasores a su poblado lo reciben con el baile intitulado Takiy Onqoy o "taqui ongo". Además de esa danza a la que apodan "enfermedad del canto y del baile", hay otras expresiones populares como "Puquio oncoy y Chirapa oncoy", junto a la "Yerronía" o "huanqueo", que los deja "poseídos". Se creía que una ceremonia como estas derrotaba al Dios europeo y anulaba el bautismo, con que habían sido impuestos algunos indios. En su predicación daban voces implorando la guaca, con la piedra en la mano decían al pueblo: "Él los ampara (dios guaca), él los hizo y da salud a hijos y chacras; expresando que la maldad había llegado al Perú con los invasores y destruido el bienestar de la sociedad waychakuyag inca. Además expresan que los dioses de los españoles no dan comida y que eran incapaces de proporcionar lo que pedían, en cambio sus huacas tutelares les brindan, alimentos, tierra y salud. Logran expulsarlos y el bienestar llega a sus poblados. La agricultura florece en Laramati y cada propietario realiza el gigantesco trabajo de levantar "pircas" para aprisionar sus cultivos y animales (trabajos que ya habían aprendido de las culturas que antiguamente existían en sus territorios). Sin duda, para hacerlo se unieron en trabajo comunal. Todos los nativos tienen sus chacras y adoran a sus dioses tutelares. Ponen en práctica las costumbres ancestrales de la mita y la minka. Pagan a sus dioses con fiestas y licor, con danzas y masticando coca, la hoja sagrada. Construyen sus canales o acequias para conducir el agua desde lejanos torrentes hasta las chacras más alejadas. Años atrás (desaparecidos los Wari y los Chankas), toda esta generosa campiña era propiedad de la sociedad de los Incas, ellos les enseñaron el valor del trabajo comunitario.
El pueblo de Laramati, está ubicado entre las punas y la zona "yunga", ocupando territorios de baja montaña. A esta zona se le conoce como Las Cabezadas, porque están a la cabeza de los llanos de Palpa, Nazca, Acari. Su clima es variado: intenso frío entre otoño e invierno y cálido entre primavera y verano. El verano es mayormente, temporada de lluvias. Laramate, siendo una gran extensión de terreno entre plano y ondulado, es apropiado para la labranza. Está en una hoya, cercado de "cerros no muy altos, por causa de estar fundados en estas quebradas de buenos temples, donde tienen sus sementeras". Para favorecer la agricultura tiene dos ríos hacia el noreste y uno más hacia el sureste. Existe una zona de páramos con abundante brote de aguas subterráneas, que formando numerosos arroyos, dan origen a los ríos. Esos páramos están al pie de las faldas del Condurillo y en la meseta de Ronguillos. Cada lugar fue bautizado con un nombre en quechua, su idioma natural, aprovechando las singularidades del accidentado territorio: Pata huasi (lugar alto para casa) Pacchi (caída de agua), Pampa huasi (lugar plano para construir), solo por citar algunos, Patachana, Tantarcancha, Chancaraylla, etc. Desde antes, en tiempos de Las parcialidades de Hatun Rukanas y Laramati, en cada pueblo había un Señor al que llamaban Curaca, al cual no le daban más tributo que comida, leña y servicio para ayudarle a labrar sus tierras. El principal para todos los pueblos se llamaba Condor Curi, que quiere decir: "buitre de oro" y este era el principal a quien todos obedecían. Habían otros a quienes llamaban "Yanquilla"y "Caxa Angasi" que quiere decir "espina azul". Algunos nombres primitivos: Carhua = tierra amarilla; Cuchu = rincón; Gualpa = Hualpa;
Desde los años de 1,570 hasta finales de 1,700 y principios de 1,800, solo los nativos siguieron poblando estas generosas tierras. Muchas veces el tiempo se encarga de adormecerlas buenas costumbres cultivadas en base a la solidaridad o trabajo comunal. La "Mita" y la "Minka", si bien es cierto, no desparecen del todo, sin embargo baja su intensidad. La codicia por almacenar riquezas vuelve mezquinos a la gente. Pero igual, se vivió años de relativa tranquilidad. Los antiguos van muriendo y los hijos ya no tienen el mismo ímpetu. Es por esos años que diásporas de jinetes de abundante barba, que trasmontando montañas aparecen por los varios senderos que conducen a estas ubérrimas tierras. Traen cosas desconocidas hasta entonces: dinero, víveres y lo utilizan para despertar deseos desconocidos. A cambio de poco "venden" sus tierras. Aparecen también los apellidos españoles. Estos aventureros se van haciendo dueños del pueblo. Traen sus costumbres y vuelve otra vez aquel Dios extranjero. Los primeros colonos envejecen y mueren, dando lugar a que otros ocupen sus tierras. Hasta que en 1,824, el Libertador Simón Bolivar, titula como distrito a Laramate. Les dejo para su consideración...!
Que hermoso conocimiento de la historia de mi Santa Tierra a los Alborea de mi existencia, gracias Mucho por este legendario escritor que tenemos en Don EDMUNDO.
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