MORIR EN LA VÍSPERA

      Agosto 2014                                                              MORIR EN LA VÍSPERA

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Es importante seguir compartiendo mi visión del mundo, contar mis experiencias de vida. Me esfuerzo para que mis palabras y mi alma sean entendidas. En todos los ojos que se han cruzado con los míos vi una amargura infinita, una tristeza a duras penas contenida, pero que estaba allí en gotas de cristalinas lágrimas que se niegan a salir. Sus ojos muestran una tristeza que ni ellos mismos saben que llevan en el alma. Supongo que hay cosas que nunca podré explicar, pero tomaré el riesgo de hacerlo, ahogado en la tristeza en que nos tiene sumido tan terrible acontecimiento. Recuerdo mucho haber leído en una página virtual el informe de la familia. Era el  desayuno compartido, con foto incluida, de la alegre y última oportunidad. “Amigos,  ya nos vamos al reencuentro, estamos contentos de viajar para poder estar juntos y disfrutar de la fiesta a la Virgen. Invitamos para que nos acompañen. Gracias”. Hoy nos damos cuenta que lo subjetivo es siempre mucho más importante para nuestra felicidad y nuestro gozo que lo objetivo.  Ahora, frente al escritorio, al  arrimar la hojarasca que cubre esos recuerdos, asoman  otros datos, de los cuales queremos sacar explicaciones lógicas, pero no logramos hacerlo. Pareciera que existe un hábil tejedor que mueve circunstancias a la que algunos llaman destino. Pero si, de lo que estamos seguros, es que no es Dios quien se deleita en esos señuelos. No podemos concebir a un Dios calculador, sabedores que es misericordioso y pleno en amor, enemigo de la muerte. Y todavía más, no podemos entender el pensamiento de un religioso que le llama hermana muerte. Si de algo sirve, mencionaré lo que registra la Biblia, es la noticia que nos debe llenar de alegría: ¡Que muy pronto no existirá la muerte, que Dios limpiará toda lágrima de los ojos, ni existirá dolor, ni lamento, ni clamor! Además, algo grandioso, viviremos para siempre en la Tierra convertida nuevamente en un paraíso, al lado de las personas que murieron y obtendrán la gracia de la resurrección. No entiendo, como dicen algunas falsas creencias,  como un planeta tan hermoso, con tantas cosas maravillosas contempladas en el universo pueda haber sido creada solo para un tiempo, pues dicen,  que viviremos en el cielo. El propósito de Dios es que hagamos de nuestra Tierra un hermoso paraíso donde vivir.

La luna ya había salido, su blanca luz bañaba la quebrada y en medio de esa penumbra se contemplan  los árboles rectos, silenciosos, que  estiran sus brazos al cielo en un vano intento por rascarle la panza.  Desde la camioneta estacionada en la plaza de armas de Llauta, se sentía la vigilante mirada de ese caballo de bronce tan inanimado, pero que parecía cobrar vida. Por esa cumbre azul que se levantaba, lejos, en el comienzo de la quebrada, se divisa el serpenteante camino que los invita a trajinar. La esfera iluminada de un reloj marca la hora: dos de la madrugada. Se encuentran detenidos en el lugar desde hace tres horas, como queriendo esperar que amanezca más rápido. El chofer, para no alertar demasiado a los pasajeros, minimizaba un desperfecto en el carro.  En su fuero interno se quería convencer que era leve; sin embargo ya sentía que el vehículo iba perdiendo fuerza a cada kilómetro avanzado. Como queriendo convencerse de algo que ni el mismo podía creer, le atribuye el desperfecto al calentamiento. Es por eso que deciden descansar, como para que enfríe, desde hace horas. El cansancio los hizo dormir; pero despertaron como impelidos por un imperioso  llamado. Un estremecimiento, un desgarramiento profundo  recorre sus cuerpos, los miedos y temores ante la propia vida. Una

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impaciencia para enfrentarse a lo desconocido o para situarse en la orilla de un sendero abrupto. Ellos le atribuyen al frío terrible de la noche y al llamado de la Virgen para llegar pronto a la cita con el  destino.  Ante este tipo de situaciones, Umberto Jara en el libro  Ojo por Ojo dice: “La pobre condición humana reacciona de modo distinto cuando el miedo le sopla la nuca o le altera el sueño. Es el efecto del miedo. Clausura el discernimiento”. 

El viajar es cansado, pero yo no podría vivir sin viajar.  Tantas veces mirando por la ventana que da al desierto o al precipicio, se funden ante mí indistintamente el cielo y la tierra igualmente grises o de brillantes colores. Quizás convivimos en el mismo laberinto de caminos misteriosos en los que peregrinamos. Ahora me doy cuenta que viajar y escribir son el mayor enfoque provechoso de mi ser. Estas son siempre una expedición a la verdad. Tanta prisa tenemos por escribir y dejar oír nuestra voz  en el silencio de la eternidad, que dejamos nuestra vida en ello. Las flores de la vida no son sino vanas apariencias. Lo único importante en la vida son las huellas de amor que dejamos cuando marchamos. La muerte solo importa en la medida en que nos hace reflexionar  sobre el valor de la vida. Siempre deseamos que algo de nosotros perdure después de la muerte.  A los deudos decirles  que, la muerte,  no nos arrebata los seres amados, al contrario nos los guarda y nos lo inmortaliza en el recuerdo, mientras nuestra campiña hace gala de vivificante humedad. Alégrense y sobrepónganse,  pues es sabiduría de vida conducirla de la manera más agradable y feliz posible, como lo hicieron quienes partieron; más aun  descubriendo una verdad ignorada adrede,  por parte de aquellos que tienen la responsabilidad de guiarnos espiritualmente. Déjenlos, guías ciegos es lo que son.  Es mayor causa de felicidad, cuando la dicha la hemos conseguido  y procede de nosotros  mismos y de las cosas logradas en forma individual o en familia. Lo primero y más esencial para nuestra felicidad es aquello que somos y lo que llevamos dentro, es lo que al fin produce dicha. Aquellas circunstancias se dieron  inevitablemente. Solo quedaba un camino para enfrentar al enemigo oculto, enseñoreado en el terror de aquella oscura madrugada, resolverse asistir con premura a la cita, tal como un pájaro se mete apresurado en la trampa, porque en ella está envuelta su misma alma.  Por eso he salido a tu encuentro, para buscar tu rostro, a fin de hallarte. Quizá no hay palabras para describir la tragedia, fue tan devastador conocer que hombres y mujeres, de la misma familia, con juventud y vigor, con perspectivas románticas y profesionales envidiables, hayan tenido que bajar a la muerte por sendas oscuras y de abrojos. Para llegar al punto donde nos encontramos con la muerte, retrocedamos en el tiempo, que es una de las licencias que se permite el narrador.                             

La plaza de toros está totalmente llena.  Los gritos destemplados  de quienes,  animados por la ingesta de licor, se escuchan sin cesar.  El calendario señala 21 de agosto de 1914. Es, la Corrida de toros, la penúltima de las actividades que cumplirá la familia Chávez Salcedo de las celebraciones, que cada año se llevan a cabo.  Ellos, sentados en las graderías de lo que podría considerarse la tribuna preferencial, sonríen con una sonrisa cansada, pero se nota, de satisfacción por el cumplimiento de la promesa cumplida. Después de la corrida, por la noche, en la procesión se entregará la mayordomía al nuevo devoto. El balance de esta fiesta, organizada para el solemne homenaje a la Virgen Del Rosario, arroja, aparte de la enorme complacencia, solo cansancio y

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enorme gasto económico. Ya en la casa, en su fuero interno, quisieran que pronto acabara esta agotadora tarea. Como  ha sido realizado con mucho amor, además de homenaje y agradecimiento, aunque más de uno de los miembros de la familia lo piense, fue pesado, no lo dice, porque fue hecho para la virgen (“no me vaya a castigar”).

Para la realización de la promesa, habría que remontarse, todavía,  a dos años antes, y para esto los ubicamos en Lima, ciudad del actual domicilio. Alguno de los hermanos, añora visitar el pueblo donde nació, vivió con sus padres y hermanos. Salió al término de sus estudios en el Colegio y no regresó más. Son muchos años de ausencia. Los otros que siempre visitan y lo hacen mayormente en el mes de agosto, cuentan con lujo de detalles, cuanto se han divertido, no tanto en los bailes populares, sino en el reencuentro con amigos. Con marcada nostalgia hablan de los progresos que ha tenido o de lo mucho que le  hace falta para poder despegar y hacerse un pueblo importante como el que se recuerda de la niñez.  La imaginación se echa a volar y se perpetúa los infantiles juegos, el arreo de las vacas, los baños en el agua termal o en Chacapata. Como la  nostalgia se hace con la memoria del corazón, que tiende siempre a resaltar solo los sucesos buenos, sin embargo, los malos momentos los olvidamos o le damos otro cariz: el divertido. Ellos siempre han sido una familia muy unida. Papá Rómulo y mamá Beatriz, los educaron de esa forma.

Como se tiene por costumbre, las reuniones familiares se van haciendo cada cierto tiempo y como para darse ánimos se hace en un domicilio distinto; de esta manera si hay alguna necesidad en la casa visitada, todos ponen un grano de arena, para poder ayudarse mutuamente. De esta forma, piensan, valoramos los sabios consejos y los ejemplos que los padres nos han dejado. “Amicita amicorum magnam laetitiam nobis parat”, “la amistad de los amigos grande alegría nos depara”. Papá Rómulo era un ganadero y agricultor  de los importantes del pueblo. Por herencia familiar estaba habituado a vivir del atrevimiento propio, y eso lo fue formando como un ser humano decente, honrado, pero sobre todo considerado. Protagonista ejemplar de alegrías, esfuerzo, calamidades y tribulaciones, experimentó el delirio omnipotente y solitario de la superación. Practicaba el arte de conducir la vida de la manera más agradable  y feliz posible.  Desde joven, ha sabido manejar su propia hacienda; en base al ahorro logró tener un capital que lo empleó para el bienestar familiar. En uno de sus viajes, por el interior de las cabezadas, conoció a una hermosa señorita de noble familia, allá en Huancasancos: Beatriz Salcedo. Como Rómulo era un joven de finos modales, y no se le veía en camorras ni conductas relajadas, causó buena impresión en la joven y también en la familia de ella, terratenientes y ganaderos importantes de aquella comarca. Con el tiempo, formaron una familia.

De los hijos mayores, lamentablemente fallecidos, se guardan buenos recuerdos: Iraido y Pompeyo. A ellos les siguen Rosa, Alfredo, Rómulo, Atilio, Abelardo, Lucy, Regina, Mirta, Eulalia, Delia. Una familia numerosa, que nunca dejó que las circunstancias los separen. Siempre unidos. Cuando el papá Rómulo, forma familia, adquiere para la vivienda familiar un terreno amplio a solo unos metros de la plaza de armas y construye una  casa solariega, con patio interior lo suficientemente grande como para albergar los becerros que tienen vacas madres en ordeño. Los

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muchachos son los encargados de pastorear tanto en las chacras familiares  de las riberas del río grande o en los potreros comunales. Se les recuerda montados en briosos caballos, con brillantes ponchos de jebe cuando desde el cielo la lluvia caía, en épocas fructíferas, llenando por completo sus corazones de alegría. Sus querencias crecen y conservan la importancia que siempre ostentaron en el pueblo. El señor, como hombre cabal es elegido en muchas oportunidades para desempeñar cargos de importancia: fue Gobernador, también Juez. Se conocía que sus fallos siempre guardaron el equilibrio que permitía vivir en paz, llegando a conciliaciones en lugar de pleitos. El respeto al derecho ajeno es la paz, sentenciaba con sabiduría. Su manera de dirimir guardaba el equilibrio, de ahí es que podemos decir que sus tratos eran una plegaria a la serenidad.

Nosotros, contemporáneos  de Rosa, Alfredo Y Rómulo, los recordamos de la mejor manera. Ella, una hermosa niña, por la que bebían los vientos otros muchachos un tanto mayores que nosotros. Si bien despertaba admiración, no quiere decir que no fuera una señorita formal y agradable; tenía, más bien,  en su formación la amabilidad y el respeto que sus padres le inculcaban. Es de esas señoritas que al caminar no pisan el suelo, sino lo acarician. Y, como todas las mujeres de ese pintoresco pueblo, ella y sus hermanitas son de aquellas que cuando miran parece que premian y cuando sonríen parece que besan. Lo primero y más esencial para nuestra felicidad es aquello que somos y lo único que está en nuestras manos es sacar el mayor provecho posible de la personalidad que vamos cultivando. Ella, al terminar la primaria, por la inquietud de los mayores que querían verla como una profesional, viajó a la ciudad de Ica para continuar sus estudios secundarios. Cuando de regreso, en sus vacaciones, le permitían hacer fiestas en su domicilio, para socializar con los amigos; su madrecita estaba presente atendiendo a los invitados. A pesar de ser todavía pequeños, nos colamos a la reunión con la complicidad de Alfredo, y bailamos a escondidas. De Alfredo, recordamos lo juicioso que era, tanto para cumplir con las obligaciones caseras o el interés por el estudio. Aun en nuestra memoria están los vivos colores de esos maravillosos paisajes que con acuarelas o crayones pintaba, como trabajos manuales de la escuela. Y de Rómulo queda, en la mente,  la timidez manifiesta y dibujada en su colorado rostro de cachetes inflados, donde brillan unos ojos llenos de nobleza. Y de los menores recordamos lo que de los mayores quedan en la memoria: el buen comportamiento y la aplicación en los estudios. Cada uno fue forjando su camino con la confianza de tener padres  que lo respaldan amorosamente.

En una de esas reuniones familiares y entre nostalgias surge la idea de visitar el  pueblo  natal, y hacerlo todos juntos sería maravilloso. Volver a casa sería como volver a sentir  las pisadas de los caballos ahogando nuestros sollozos, allá en la infancia y juventud. Un contemplar  del hermoso cielo azul que cubren los horizontes y los campos antes de ponerse el sol.  Recuerdo acariciado desde siempre, una inmersión en el amor que los ata fuertemente,  aunque la vida los incitaba a seguir cada vez más hacia caminos diferentes. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume más secreto de mi pueblo. Las perspectivas actuales son totalmente distintas. Tanto tiempo fuera del terruño, con los estudios efectuados y habiendo realizado labores  de progreso para otras

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ciudades, es el momento, piensan, de contribuir en el desarrollo de la patria chica. Cuantas veces se quiso regresar, pero las ocupaciones impedían, Pero, hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan y a uno se le ocurren cosas que no había soñado, y entonces no hay  en la vida nada mejor que realizar lo que se tiene que cumplir. La oportunidad se presenta  para la semana santa de 2013. Los campos se visten de un alfombrado verde, los perfumes de las flores invaden los sentidos y el aguacero moja los recuerdos y brotan ilusiones. Las aves cantan revoloteando en los  follajes, con trinos tan dulces que parecieran modulaciones de ternura. Visitar la tumba de los padres es el  justo  reconocimiento   al amor recibido. La escarcha de los años queda desvanecida  por el sol que brilla en lo alto. Más allá de las sombras  de las nubes  y más allá del cielo están los campos dorados del recuerdo. La luz del sol resbala sobre las hojas enceradas de los lirios silvestres, evaporando las gotas de lluvia de la tarde anterior. Sobre la hierba tiemblan  las margaritas blancas. En lo alto del cielo, es un deleite mirar a las nubecillas que, como madejas enmarañadas de brillante seda blanca se esparcen para iniciar de nuevo el ciclo de la vida. Los escarabajos peloteros empujan sus bolas de estiércol y las  botijuelas vestidas de lindos colores corren a esconderse debajo de las piedras. Los “chululos” y los pepinos silvestres ya maduran, y en las noches febriles de recuerdos no necesitaron preguntarse dónde termina la vida y donde empieza la imaginación, porque se tenía la leve sospecha de que todo lo vivido no fuera cierto. La felicidad no puede estar al fin de ningún camino, debe ir estando en el camino.

“Mientras se siente que el alma ríe, sin que los labios rían; mientras se llore sin que el llanto acuda a nublar la pupila, mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya recuerdos y esperanzas……”, habrá siempre porque vivir, escribía G. A. Bécquer. Alumbrados por la tenue luz de un mechero surge la idea. En homenaje a nuestros padres, dijeron, hagamos  una fiesta inolvidable. Servirá para que el pueblo recuerde siempre a los hermanos Chávez Salcedo homenajeando a  la familia por intermedio de celebrar a la Virgen. Sin dejar que se enfríe la determinación repentina, al siguiente día se acercan al sacerdote del pueblo para hacer las averiguaciones. Mi vida es demasiado corta para esperar cuando vea el sol naciente. Luego de este contacto, una nueva reunión familiar. Están determinados. Continúa hasta mañana, no hay razón alguna para mirar atrás. La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante. Entonces, en abril de 2013 ya se empieza los preparativos, para algo que realmente será inolvidable, por la mayordomía en sí, pero también, por motivos que están todavía por suceder.  Se acuerda regresar en agosto, para tomar con infinita devoción y con toda la familia unida el  tan ansiado  cargo. Y a trabajar. El ilustre hijo, Alfredo, un profesor egresado de la eximia Universidad Mayor de San Marcos, toma la batuta y se convierte en el coordinador y eje de la tan celebrada conjunción de voluntades. Pero no solo estaba la idea de la mayordomía, eso solo era el principio de futuras sociedades. Como veremos más adelante, quedaron truncas, por el momento. Tenía ideas muy claras, pues como Regidor de la comuna de Comas, había desarrollado labores importantes; ahora las quería plasmar en su pueblo. Además cumplió con tareas en otros municipios. Hoy era la oportunidad para llevar sus experiencias y volcarlas en favor de su región.

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“Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en la tumba adonde irremediablemente llegaremos”, nos dice Dios.  Lo más bello que podemos experimentar  es el lado misterioso de la vida. Y justo, ese lado misterioso cobró lo que nadie esperaba. Se le llama lo inexorable.

De la mayordomía podemos decir muy poco, solo que lo hacen pensando en lo mejor para el pueblo. Cuando ayudamos a otros nos olvidamos de nuestras propias tormentas. Sin embargo no divisamos el peligro de andar de espaldas a Dios. Un pasaje de  la Biblia bien lo podríamos aplicar a este penoso acontecimiento: (La mayordomía),  los  ha extraviado con la abundancia de su persuasiva. Por la suavidad de sus labios lo seduce. De repente él va tras ella, como toro que viene aun al degüello y justamente como si estuviera en grilletes para la disciplina…..”. Hay caminos que conducen a la muerte. Nos olvidamos de guardar nuestros caminos para no pecar. En fin.  Para  la gigantesca empresa que se habían trazado realizar, Rómulo, cumplía papel preponderante; es el embajador que  busca los acercamientos con las sociedades o grupos que harían los espectáculos diversos.  Su tarea la cumple con la misma responsabilidad que le pone a sus labores de buen maestro, esa pasión tan característica en él, que le hizo ganar el sincero aprecio, no solo, de sus alumnos, sino, sobre todo de los padres de sus discípulos y colegas.  Comprendía muy bien que lo que deseaba era dar voz a quienes nadie escuchaba. Decía que lo más bello que podemos experimentar es el lado misterioso de la vida y que el misterio dejará de ser misterio si leemos, porque la lectura nos agranda el horizonte de la vida, leer nos dará una idea más abierta de los hombres y del mundo. Era solícito y atento defensor ante las injusticias. Montado en la vida espoleaba para hallar formas de que se reconocieran derechos y necesidades. En fin, eran palabras de fuerza y de fe en toda jornada, las mismas que eran valoradas por sus hermanos menores y por quienes lo conocimos y compartimos tertulia.  Pero no solo ellos, es bueno destacar a Rosa y Flavia Lucy, las manos femeninas y delicadas que hacen falta para las labores de filigrana. Y sus otros hermanos y hermanas menores,  se involucran con energía.  Por tanto, todos cumplen un papel importante. Decimos que es gigantesca, porque lo es. Para cuatro días de fiesta, el gasto es descomunal. A partir del cargo tomado, todo trabajo que se hace, de lo remunerado hay que ajustarse bien los bolsillos y ahorrar. Todo su amor lo vuelcan, con el deseo de agradar a lo que consideran que está bien. Si por esto hay que pasar privaciones, lo sufriremos, como sufre cualquier viajero el estorbo de una montaña. Si esta no existiera, el camino, indudablemente, sería más fácil y más corto; pero la montaña existe y hay que pasarla. Pero no siempre los resultados son lo que esperamos, hay imprevistos trágicos, a veces. En verdad que cada día me convenzo más de lo necio que es querer juzgar a los demás; tengo tanto que hacer conmigo mismo y con mi corazón tan turbulento. De la ocupación calamitosa que Dios ha dado a los hijos de la humanidad en que ocuparse,  vi todas las obras que se habían hecho bajo el sol, y ¡mira! Todo era vanidad y un esforzarse  tras el viento; porque el duro trabajo que se ha hecho bajo el sol era calamitoso, porque todo era vanidad y un esforzarse tras el viento.

¿Pero, que dice la antropología de las fiestas de mayordomía? En la Gazeta de Antropología, María Teresa Rodríguez escribe: “Se conoce como fiesta de mayordomía al conjunto de secuencias

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ceremoniales desarrolladas en los hogares de los mayordomos o anfitriones de las fiestas. Se inicia con el recibimiento del cargo por parte del mayordomo y culmina con la entrega del mismo, un año después.  Durante el año participan en diversos eventos ceremoniales, pero su responsabilidad mayor se dirige hacia la imagen del santo a su cargo, encargándose de realizar el festejo en el día central”. Las fiestas patronales se han venido haciendo desde generaciones atrás y las mayordomías de cada pueblo al parecer deben procurar tener un grupo que  represente a todas las familias que habitan en el pueblo; de manera tal que la transmisión cultural siga su curso. Aquí en el pueblo, no difiere mucho de esas costumbres mexicanas expuestas. Durante el año hay tres festividades que requieren la participación de mayordomos: “La primera, en honor de Salvador del Mundo, Patrón de La Villa de Laramate, su día central es el 6 con una misa en la Iglesia Matriz, pero se inicia el 5 con los albazos y se cierra el día 7 con una Procesión. L a mayordomía recae casi siempre en la Comunidad Campesina de Laramate. La segunda fiesta patronal es el 15 en honor de la Virgen de La Asunción, que se inicia el 14 y se cierra el 16, también con una procesión.  La tercera es el día 20, en honor de la Virgen del Rosario, el albazo es el día 19 y se cierra el día 21, despidiendo las tres fiestas. Para estas fiestas los migrantes regresan a su pueblo para cumplir con su misión. Llegan desde muy lejos para el reencuentro con su cultura y pertenencia. Muchos vienen  con el corazón sincero buscando bendiciones y otros solo tienen el deseo de visitar el pueblo.  Estas fiestas están siendo consideradas como patrimonio intangible, además, son muy valiosas para el turismo vivencial y rural”. (Gustavo Zorrilla Jurado, director de la Revista  Intiwatana.  Julio- agosto 2013). Desde los primeros días de agosto, hasta el 21 en la procesión, la gente se entrega con mucha pasión al entero paganismo, y a darle la espalda a Dios, con borracheras totales y corridas de toros con tortura animal. Para cada fiesta, en novenas y día central, se intenta hacer paréntesis cortos para asistir a la iglesia y escuchar  los repetitivos rituales ceremoniosos  donde participan el cura y sus acólitos, con rimbombantes y largas sotanas. El tema central del sermón consiste en oír llamados para  exigentes colectas de limosnas, y comentarios de alguna breve lectura de su misal, pero luego,  sus mensajes son tan vacíos que solo resuenan en las paredes y se pierden en las urnas ovaladas de la iglesia. Pero no todos los visitantes llegan con  fervor religioso. Para los que solo visitan hay caminatas por hermosas campiñas, excursiones a caballo, visita a la hidroeléctrica o a la laguna de Tinyayoc. Por las noches se degusta el ponche de leche y en el día caluroso la raspadilla del hielo traído de las alturas de Llamoca o los helados de leche, o tal vez la cosecha informal del Sanky.

Para el relato que nos convoca, nos ubicaremos en la noche del 21 de agosto de 2013. La imagen  en lo alto de su anda, bellamente ornada, mira sin ver. Para los devotos que la contemplan, mirados con los ojos del corazón, o está alegre o está triste, y se contagian de ese iluso estado de ánimo. ¡Está linda!, dicen.  El grupo de  mayordomos   saliente, han adornado con esmero “el anda” de la virgen homenajeada, aunque lógicamente ella no se entera, pues de material hecho por hombres está formada, con ojos que no ven, ni oídos que escuchen. “Solo es una representación”, se nos dice a manera de justificación. “Así como tenemos una fotografía de los seres que amamos”, repiten otros como para hacerse creer, lo que ellos mismos no creen. Hacen

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dioses de cosas inanimadas. A duras penas, cargando con su hipocresía, los de inmaculados vestidos largos  y rimbombantes,  van delante, con cara de circunstancias. El jefe de ellos, el cura, pareciera el homenajeado, se siente importante y mira por sobre el hombro a los infieles fieles, envuelto  en  el humo del incienso que lo  ciega. Los cargadores quisieran desprenderse de tremendo peso. Muchos,  entregan su sincero corazón a lo que consideran correcto, pues están velados por las pesadas túnicas del total desconocimiento  de la adoración pura. El Dios de éste mundo está cegando la mente de los incrédulos. Teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate. Que siempre desde su púlpito,  están  aprendiendo y enseñando, y sin embargo, nunca pueden llegar a un conocimiento exacto de la verdad. La procesión avanza, la inquietud crece. Los que acompañan de lejos, solo por compromiso, se preguntan: ¿Habrá mayordomo para el próximo año? Los que han organizado la fiesta que está por terminar, lo hicieron repitiendo  la responsabilidad; pues ellos ya habían cumplido el año pasado. Cada vez los mayordomos son menos. Ha disminuido el entusiasmo. Es por eso que la expectativa está presente.

En lo alto de las escaleras, en el frontis de la iglesia,  el anda descansa. Terminó la procesión. Los señores que se hicieron cargo de esta mayordomía son un  grupo  de amigos, profesionales  y  empresarios devotos, que ya el año anterior habían cumplido su cometido. Como suele suceder, a veces, no hay quienes tomen el encargo; y se ven en la necesidad de repetir para que la virgen no se quede sin fiesta. Hoy, es el segundo año para ellos. Se organizaron como comité con mucho esfuerzo y cumplen, teniendo como conclusión este solemne momento. El presidente de los mayordomos toma la palabra, se dirige al público, agradece el apoyo a los integrantes de su comisión, familiares, amigos; dice sentirse satisfecho por la labor cumplida y hace un sensible llamado para quien desee hacerse cargo para el año siguiente. Recuerda que su mayordomía había sido por un año, pero por falta de mayordomo tuvieron que asumir dos. El cura se suma a la alocución del señor Percy Palomino, presidente saliente. Apela a la emoción y al amor que se le debe tener a “la madre de Dios”.  Reinan momentos de alta expectación.  Un silencio total, que es roto por un profundo: ¡Oh! de alivio. De pronto un representante de la familia Chávez Salcedo, se acerca y  dirige  un sentido  discurso a los asistentes. Hace un pequeño recuerdo de su infancia, de sus padres y anima a “no perder el fervor religioso dada la importancia que representa para mantener unidos a los hijos del lugar. Estas fiestas, dice, deben significar una necesidad de orgullo, una avidez  de amor sagrado para  volver a casa, una inmersión en el amor que nos mantenga unidos, aunque la vida nos empuje cada vez más hacia caminos diferentes. Como familia, siempre nos hemos enorgullecido de afrontar todas las dificultades de la vida en común.  Encomendarse   a Dios de todo corazón, que muchas veces suele hacer llover sus misericordias en el tiempo que están secas las esperanzas; recordando siempre que para rezar a Dios, debemos hacerlo  con infinita devoción y no necesariamente  según los dogmas impuestos por líderes ciegos, sino, buscándolo a través de la Biblia.  También hace falta  orar a Dios siempre en el nombre de su amado hijo Jesús.  Llama a sus hermanos para que lo acompañen y juntos hacen saber que la responsabilidad de la mayordomía para el año 2014, será de ellos”. Estallan los aplausos, se

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acercan a felicitarlos y empiezan los brindis. Solo algunos cargadores, se acuerdan de la virgen y a duras penas lo conducen dentro del templo. En el centro de la Plaza revientan las camaretas, tan fuertes que remecen los cimientos de las casas, levantando un denso polvo que termina por enterrar lo poco que queda de la devoción. Los redobles de la banda de músicos se dejan escuchar con entusiasmo y las puchalas y los chutay chutay  ganan delirio. En la explanada de la puerta de la iglesia se arma la fiesta. Luego como es lógico, ya no hay nada importante, importa solo el trago, la comida y el baile.      

Por miles de años la humanidad ha experimentado una necesidad y anhelo espiritual. Hemos vivido con dificultades y cargas, dudas y preguntas, entre ellas el enigma de la muerte. La religión también trata de responder preguntas como: ¿Por qué existe el hombre? ¿Hemos sido creados solo para vivir un corto espacio de tiempo y luego morir? Y este hermoso planeta y el espacioso universo, ¿han sido creados para nada o solo para hacer más misteriosa su aparición?  Así como hay quienes afirman tener una religión, hay también personas que no creen en dios alguno; y aun otros, los agnósticos creen que Dios es desconocido y que quizás sea imposible conocerlo. Hay tantas religiones en el mundo, que muchos por defender su fe reaccionan con vehemencia, por decir lo menos. En el libro World Religions- From Ancient History to the Present (Las religiones Universales desde la historia Antigua hasta la actualidad) su  autor Geoffrey  Parrinder dice: “El estudiar diferentes religiones no necesariamente implica que uno sea infiel a su propia fe; más bien, puede ampliarse cuando se ve como otros han buscado la realidad y han sido enriquecidos por su búsqueda” El conocimiento lleva a comprensión, y la comprensión a tolerar a personas cuyo punto de vista difiere del de uno. En verdad la religión es un asunto muy personal; nuestros padres y parientes nos inculcan ideas religiosas o éticas casi desde que nacemos, y como resultado seguimos ideales religiosos de padres y abuelos. Es casi seguir por tradición familiar determinados ideales. O sea que otros han escogido para nosotros nuestra religión. Y  seguimos una a la cual adherimos nuestra fe por el accidente geográfico de donde hayamos nacido. Por tanto, cabe hacerse una pregunta: ¿Tiene que ser la religión en cuyo seno  uno nazca la verdadera, la que Dios aprueba? Si hubiera nacido en la India, sería hindú, y si nacía en Pakistán sería mahometano o tal vez en un país socialista, sería ateo; o por allí de repente era islamista y por defender el credo participaría en guerras fratricidas. Si por aquí nacimos católicos: ¿significa que debo andar a ciegas siguiendo a una religión que tiene culpa de derramamiento de sangre de millones de personas y que sus pecados se han acumulado hasta llegar a los cielos? Se impone, por tanto, una investigación imparcial. ¿Y cómo hacemos tal cosa? Pues la Palabra de Dios lo dice: (al estudiar la Biblia), “cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad” y  más aún nos  anima: “Sálganse de ella, pueblo mío” o sea de la religión falsa.

Cuando nos enfrentamos a lo que consideramos el enigma de la muerte, no sabemos que pensar. Lo hacemos, repitiendo lo que aprendimos  en nuestra iglesia o bajo nuestra formación religiosa. Los buenos van al cielo y los malos al infierno. ¿Pero realmente la Palabra de Dios enseña eso? No. Más bien dice que cuando una persona muere, deja de existir. Los muertos no tienen conciencia de nada. Dios todo lo ha hecho bello a su tiempo. Aun el tiempo indefinido  ha puesto en el

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corazón del hombre. Nadie desea morir, ni aun el más viejito,  ni siquiera aquel que tiene una enfermedad terminal. De tal manera que no podemos concebir a un Dios que nos quite la vida. Más bien nos da la gloriosa esperanza de la Resurrección.   Albert Einstein dijo en una ocasión: “Quien cree que su vida carece de sentido, no solo es desgraciado, sino casi incapaz de sobrevivir”. Por tanto nuestra vida tiene sentido, no fuimos creados para morir, sino para vivir eternamente acá en la tierra. En el libro de Salmos dice “Los justos mismos poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella”. Y nos anima a guardar sus caminos, como resultado nos ensalzará para tomar posesión de la tierra. Y más todavía nos dice en la carta que el apóstol Pablo escribe a  Tito: “…que Dios es un Dios que no puede mentir y que es imposible que Dios mienta”. Claro que nuestras creencias se han visto afectadas por filosofías de hombres  que preconizaron la razón pura. La obra Religion and Atheism dice: “Cuanto más progresa la ciencia, menos lugar parece haber para Dios. Dios se ha convertido en un Desterrado”. Sin embargo, a pesar de que la ciencia ensaya algunas opiniones, lo paradójico es que muchos científicos, entre ellos Einstein dice: “El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”. Por otra parte, Charles Darwin pensaba que la “selección natural” explicaba el mundo viviente mejor que la existencia de un creador. Peor todavía, las religiones falsas, han pretendido ignorar la Palabra de Dios, quemando y persiguiendo a quienes la leían; pues a ellos les ha convenido que la gente no conozca los Santos Escritos, para que se mantengan en ignorancia y puedan dominar a los fieles con falsas enseñanzas. El camino de la religión católica y otras creencias falsas están empantanados  de sangre derramada por los justos que han luchado para que se sepa la Verdad.

En el deseo sincero de conocer la verdad, cuando perdemos a nuestros seres amados, quizá pensemos: ¿Qué ha pasado con ellos?, ¿Están sufriendo?, ¿Nos cuidan de algún modo?, ¿Los volveremos a ver? Las religiones del mundo ofrecen  distintas respuestas. Algunas enseñan que los buenos van al cielo, y los malos a un lugar de tormento. Para Dios, lo que sucede cuando fallecemos no es ningún misterio. Él conoce la verdad y nos enseña claramente que cuando una persona muere,  deja de existir.  La muerte es lo contrario de la vida, de modo que los muertos no ven ni oyen  ni piensan, que cuando alguien muere,  perecen sus pensamientos. Por tanto, es un consuelo saber que no sufren ni sienten dolor. No necesitan nuestra ayuda ni están en la capacidad de ayudarnos. No es bueno creer a esos líderes religiosos, que pidiendo dinero, aseguran que pueden ayudar a los difuntos; eso es una falsedad, solo engañan con tremendas mentiras. Utilizan su religión falsa para hacer creer que las personas, después de morir, siguen viviendo en otro lugar. O peor aún, enseñan que los malos sufrirán eternamente en las llamas del infierno. Esta creencia insulta a Dios, pues ÉL es un Dios de amor. Toda esa enseñanza proviene del enemigo de Dios, que ha influenciado a líderes ciegos para que extravíen de esa manera a la humanidad. Cuando conocemos la verdad sobre los muertos, ya no nos engañan las mentiras religiosas. Además entendemos mejor las enseñanzas de la Biblia, como por ejemplo: la promesa de vivir eternamente en el paraíso: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella”. Salmos 37:29.

 

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La noche del 21 de agosto del 2013, las camaretas que retumban los oídos, los puchalas y los brindis, no solo significan jolgorio. Significan también responsabilidad para la familia Chávez Salcedo. Pero por sobre todas las cosas, significa el comienzo de una fiesta de la que ellos consideraban inolvidable. Pero inolvidable, no por la fiesta en sí, sino por los acontecimientos que sucederán en un futuro cercano. Cuán difícil es encontrar las palabras que me permitan narrar los hechos. El esfuerzo de escribir es tan intenso, es el más íntimo y solitario afán por hacerme comprender. Para escribir me lleno de las lágrimas de esa niña, la bella hijita de mi amigo Rómulo. El desgarrador llanto y la pena de ella me desconsuela y mis ojos se llenan de angustia buscando con ansias la manera de hallar consuelo. Derrama lágrimas que nacen en lo más profundo de sus entrañas, llora como llora una madre a su bebé, como llora una hija a un padre entrañable. En noches febriles en los que no necesité preguntarme donde terminaba la vida y donde empezaba la imaginación, porque me asaltaba la sospecha de que quizás no fuera cierto nada de la vida. Al poner la historia de la familia y su fiesta inolvidable en perspectiva me doy cuenta que hubo decisiones gravitantes que tomaron juntos, sin sospechar siquiera, ni por asomo, el epílogo de tales disposiciones. Se trata de una historia, para muchos, de injusticia y violencia. Pero la injusticia y la violencia, vienen escondidas bajo el manto de la devoción. Aunque parezca impío decirlo, debemos hacerlo: Tal vez sea solo parte de la herencia cultural o la conservación de los valores  tradicionales más valiosos. ¿O es la injusticia y la violencia, hijas de una devoción mal dirigida o como decían las abuelitas de la “adoración a dioses que no hacen milagro”? O tal vez es la historia de un amor equivocado  que culmina en la muerte elegida por hombres que han querido ponerse a salvo de los tormentos de la memoria. Intentamos muchas formas de raciocinio, pero todo  esto, no servirá para calmar el llanto, seguiremos preguntando mirando al cielo, recibiendo los besos de un aire frío que acarician los recuerdos. Para vivir en plenitud es preciso estar en constante movimiento, gente libre que es capaz de vivir con lo que es capaz de cargar. Y más allá de este razonamiento, se nos presenta un escenario  basado en miedos, espeluznante y escalofriante, en el que, el ambiente calaba hasta lo más profundo del ser. La trepidante aventura de una familia que lucha por escapar de lo inevitable. Ahora, luego de haber atravesado pasadizos poblados de sombras negras, puedo concluir, arrancando de entre el césped una margarita de pétalos rosados, y depositarlo en las níveas y suaves manos de sus hermanitas: “mejor es un buen nombre que un buen aceite, y es mejor el día de la muerte que el día en que uno nace”; porque el día de la muerte sabemos cuánto hemos engrandecido nuestro nombre y el de nuestra familia. Su recuerdo perdura, asociado a lo que quisimos hacer: “la fiesta inolvidable”.

Del agosto aquel en que se anuncia la asunción del cargo,  al agosto de 2014, han pasado circunstancias favorables y desfavorables; estas últimas superadas con el empuje que significa hacer una buena mayordomía. Los ímpetus de la responsabilidad corren a rienda suelta; pero la responsabilidad misma avanza en forma lenta, con pasos meditados. Para alcanzar el éxito en nuestro cometido, no se tiene que hacer cosas extraordinarias; sino más bien lo ordinario hacerlo extraordinariamente bien. Estamos  tan sumergidos en el sentimiento de querer agradar la existencia de un pueblo donde vimos   luz primera, y  donde las raíces familiares se yerguen

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reclamando atenciones, en medio de los ecos ululantes de la soledad, que se convierte en el norte que guía nuestros deseos.  Somos del mismo material con que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.  Éramos tan chicos cuando  los padres vivían en el pueblo, que a pesar de eso no olvidamos cosas que compartieron exclusivamente con nosotros, confiándonos tareas domésticas. A la luz de las velas, en la cocina nos enseñaron a no conformarnos nunca con menos de lo que creemos merecer. No podemos asumir que no somos     buenos para algo, simplemente porque nunca lo hemos hecho. Solo aprendemos y adquirimos experiencia cuando hacemos, no cuando pensamos hacer. Todo es parte del proceso; la clave del                            éxito es no darse por vencido. Es mayor causa de felicidad propia lo que procede de uno mismo, y que lo más importante para el bienestar es aquello que existe o que sucede en el fuero interno de las personas. A lo largo de este año, comprobaron  que el amor a los padres los une cada día más. Ya no piensan en función de uno, sino de la unión fraterna, reconociendo que lo que llevan dentro de sí mismo es lo más esencial para su dicha. Van descubriendo que la mayordomía solo fue un pretexto para rendirle, realmente el más sano y sublime de los homenajes a papá Rómulo y mamá Beatriz. La felicidad no es cosa fácil, es muy difícil encontrarla en nosotros; es por eso que al mirar  en el recuerdo, lo hallamos en nuestros padres.

“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? ¡Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son!”  El crepúsculo anuncia un nuevo día y con él llega una noticia que estremece la tranquilidad. La fecha quedará grabada en los anales de la historia del  pueblo de Laramate: 20 de agosto de 2015. Un diario de la Capital, Trome, tiene como titular en su primera plana el accidente ocurrido la madrugada del 19: SIETE MIEMBROS DE UNA FAMILIA MUEREN TRAS CAER CAMIONETA A UN ABISMO. Luego desarrolla el acontecimiento trágico de la siguiente manera: “Viaje sin retorno. Trágica muerte hallaron siete miembros; mientras que un niño de 8 años logró salvarse resultando herido tras caer la camioneta en que viajaban, a un abismo de seiscientos metros. El hecho ocurrió en el kilómetro sesenta y uno de la Carretera de Penetración al distrito de Laramate.

Los fallecidos: Eucario Alfredo Chávez Salcedo de 69 años; Wenceslao Rómulo Chávez Salcedo de 64 años; Noel Martínez Alvarado, (chofer); Carmen Santibáñez 51 años; los esposos Karl Lenin Chávez Álvarez de 39 y Carmen Pastrana Huamán  y la hija de ambos Carla Chávez Pastrana de 8 añitos. El niño Álvaro Chávez  salvó de milagro. El accidente se produjo a las tres y media de la madrugada, cuando la camioneta rural A4W- 571 conducida por Noel Martínez Alvarado pierde el control del vehículo. Cayó a un abismo profundo, en una carretera de trocha para llegar a las cabezadas de la zona alto andina. Según moradores de la zona, la familia venía de Lima con destino a Laramate, donde iban a participar de la mayordomía de la fiesta patronal en honor de Virgen del Rosario”.

Existen escenas  que la historia jamás alcanza a registrar, y a partir de unas certezas, las deja libradas a la imaginación. Escudriñando la contingencia, asistimos pasmados a la contemplación de coincidencias, de aquellas en las que pareciera que el destino se divierte manejando los hilos de la

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vida. Luego de realizar algunas transacciones económicas en Ica, y al parecer sin ningún apuro, corren con urgencia a la cita con la muerte. La mitad del camino se convirtió en el final mismo. Al final del camino, no pudieron escapar a esa ironía que se llama destino. Pero, ¿Cómo es que se encuentran en estos caminos, asistiendo a  pasar una mayordomía, que ya la habían pasado, como les correspondía, el año anterior? Como si alguien moviera las fichas del rompecabezas, cambiaron los lugares de su correspondencia y sucedió que no hubo mayordomos para este año; y sólo el deseo de cumplir con lo simbólico, deciden pasar éste año, también.   Fail to plan, plan to fail”. “Es un error no planificar los errores”.   Para que la Virgen no se quede sin fiesta, dicen. Y para colmar las coincidencias, o tal vez para apurar las circunstancias, sin saberlo,  el Cura del pueblo y el señor Alcalde, deciden apoyarlo en el cometido, cuando ellos ya habían decidido no llevarlo a cabo. Definitivamente, no se puede escapar al urgido llamado. Todo se conjuga para que suceda de esa manera. La real tan anhelada fiesta inolvidable ya la habían pasado, y estaban satisfechos de haber colmado las expectativas. La satisfacción de ellos estaba al tope, pero parece que la suerte se empeñaba en cobrar una deuda que parecía pendiente. Estaba  preparando el recibo para saldar la deuda. Nadie se  muere antes de tiempo.   Sin sentimentalismos, se puede decir que iban a la tal fiesta, solo de compromiso. El esfuerzo que hicieron de muy buena voluntad  el año anterior, y con la mejor devoción para lo que correspondía a su mayordomía, los había dejado exhaustos y porque no decirlo: gastados y hasta probablemente, endeudados. Sin embargo, en el último instante, las emociones e ilusiones nos embargan. Es por eso que, al empezar esta crónica  escribimos lo que, a estas alturas nos causa mucha pena y consternación, y nos hace ver que los caminos que vamos a emprender, no sabemos si nos conducirán a nuestro cometido. En la página virtual, mencionada al principio,  leímos: “Un desayuno en familia antes de partir. Amigos, ya nos vamos al reencuentro, estamos contentos de viajar para poder estar juntos y disfrutar de la fiesta de la Virgen. Invitamos a que nos acompañen. Gracias”. Ahora pensamos y nos recriminamos: ¿Por qué no nos llenamos de egoísmo y los sacamos, si es posible,  a empujones de los rieles de esa tragedia, por temor de que no nos abandonen antes de tiempo, antes de que lleguen con toda puntualidad a esa cita tan urgente? Dentro de todo el dolor que ocasiona situaciones como esa, nos sentimos aliviados de saber que para el viaje, no todos los hermanos lo hicieron juntos, felizmente  habían  decidido  emprender la travesía, por separado, en dos carros.

En la plaza de Llauta, luego de tres horas de profundo sueño, despiertan;  un agradable y hasta gozoso  estremecimiento de terror sobrenatural, los sacude. Puestos de pie se desperezan. Se muestran inquietos, y no saben a qué fenómeno especial le pueden atribuir, tal estremecimiento. Piensan que son las ganas de llegar pronto a su destino. Equivocados piensan que los espera el albazo con toda su alegría. Pero, todo es vanidad. El chofer constata que  el recalentado motor ha enfriado. Se apodera de ellos una impaciencia para enfrentarse   a lo desconocido. Avanzan con lentitud, como saboreando los últimos instantes de vida,  hasta el borde mismo del abismo, y aún más allá, hasta la frontera misma de lo inexplorado. En el momento crucial se ven aquejados por incontrolables accesos de frenética violencia, que los empuja a un final sorprendente y estremecedor. Lóbrega medianoche, lóbrego agosto, que nos empujas a la muerte. Las manos

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misteriosas del destino parecen azuzar el sufrimiento con la constante repetición de sonidos que revientan los oídos. Creían que todo era parte de la cadencia que fluía sorda en torno de ellos. Se dejan mecer por la dulce melodía de la muerte, que incita al alma a encenderse, de manera tal que parecen sentir algo de placer al enfocarse en su pérdida.  Cuando los giros violentos se detienen, empieza el triste e interminable recuerdo. No existe dolor en ninguna parte del cuerpo. Aun en sueños, en el letargo escuchan el suave golpeteo de los postigos y las voces destempladas por la terrible  desesperación. Buscan asirse a esas voces, estiran las manos, pero solo consiguen sacarle notas de tragedia a esa arpa invisible en la que se transforma la esperanza. Pueden apreciar, desde el estrecho círculo de sus pensamientos, como los rescatistas luchan por ver lo que no ven. Y pueden divisar a sus hermanas como despliegan sus húmedas cabelleras al viento. Y ellas más hermosas que nunca, se estiran, se contonean. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a lo que ahora sienten y tomándose de la mano sienten que la vida se va desprendiendo de  sus cuerpos. Y antes que se desprenda la vida, firman el final de su existencia.              

 

 

 

 

 

 


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