EL RENACER DE LA NATURALEZA

Pavos reales aprovechan cuarentena para pasear en calles de Madrid
En días de Cuarentena obligatoria, 13 leones descansan en la carretera del Parque Nacional de Sudáfrica. La ausencia de humanos les brinda tranquilidad. (foto Diario Correo)


Desde hace días ronda en mi mente la idea de escribir una crónica acerca del maravilloso espectáculo que vemos hoy, cuando por razones de proteger la salud de todos los que habitamos  este hermoso planeta, estamos recluidos en nuestro propio hogar. Por lo menos, en todo lo que dura mi existencia, nunca había tenido la oportunidad de ver como los animales considerados salvajes, abandonan su habitat hasta llegar a las desiertas calles de grandes ciudades. Pareciera que la fauna silvestre  quisiera distenderse de lo apretado en que se encuentra en los territorios cada vez más pequeños, confinados por la codicia de los seres civilizados. La industria maderera avanza inclemente con la tala de árboles; muchas especies de fina piel han sido sacrificados casi hasta la extinción, incluso se quema grandes extensiones de selva para ganar tierras de cultivo o para la búsqueda de metales preciosos en los grandes ríos de selva adentro. Las autoridades de los países en el mundo, dictan leyes de protección para el medio ambiente, pero en lugar de frenar la destrucción de nuestro maravilloso hogar, pareciera que eso los motivara a actuar de forma soterrada.  No obstante, la lucha por la protección de la flora y la fauna continúa. En la mayoría de países se han creado parques naturales con espacios apropiados para que se mantengan en estado salvaje, de tal manera que el ecosistema no se vea alterado. Con estas medidas se ha logrado salvar a muchas especies, sin embargo no debemos dejar que se destruya lo que el Dios Todopoderoso creó para nuestro deleite. Nunca debemos olvidar que, el propósito original fue que el ser humano viva en armonía con los animales, cuidando de este bello jardín llamado Tierra. Recordamos con marcada nostalgia como, en los días de la infancia pudimos apreciar un mayor respeto por nuestro entorno, el amor de prójimo se percibía claramente y el respeto por la naturaleza era cosa que practicamos, sin muchas leyes. Desde mi particular apreciación, pareciera que los salvajes fuéramos nosotros, pues de a poco, les fuimos quitando su propio espacio, so pretexto de la colonización y progreso. Invadimos el territorio que naturalmente les pertenece, con la intención de poblarlo y explotar sus riquezas. No hemos tenido ningún reparo en arrimarlos en reducidos espacios o lo que es peor aun, matarlos indiscriminadamente. 


Hoy,  ver a unos leones que plácidamente descansan en una carretera del  Parque Nacional en Sudáfrica, es algo que no se hubiera visto, sino estaríamos recluidos, por la obligación de guardar la cuarentena. Estos fieros animales hacen un acercamiento a la civilización como queriendo decir que desean compartir pacíficamente los espacios, total, el propósito de Dios es que vivamos en paz. "Pregunta a los animales, y ellos te instruirán; también a las criaturas aladas de los cielos, y ellas te informarán. O muestra tu preocupación a la tierra y ella te instruirá; y los peces del mar te lo declararán. ¿Quién entre todos estos no sabe bien que la misma mano de Jehová ha efectuado esto..? Me había propuesto dar una opinión política o social, sin necesidad de tener que tocar a Dios, pero veo que es imposible dejar de hablar de nuestro Creador. Lo que está sucediendo con esta emergencia no es ignorado por Dios; por tal motivo nos pide calma y que aguantemos solo un poco más de tiempo, porque los malvados y su maldad ya no estarán y que la Tierra, en un futuro muy próximo, estará rebosante del deleite exquisito de paz. Si él nos asegura que ni siquiera la hoja de un árbol puede moverse sin que esté alejado de su conocimiento o sin que sea su voluntad; es que es cierto. Hasta los detalles que nosotros consideramos pequeños son importantes para Jehová; sino démosle una mirada a lo que se registra en Mateo, "hasta los cabellos de nuestra cabeza están todos contados", ¿cómo puede pasar inadvertido para Jehová, el sufrimiento de la humanidad? Sabe perfectamente en que momento debe actuar; mientras tanto, porque no aprovechamos esta tregua para reflexionar. La pandemia ha logrado unir a las familias, si bien al principio fue duro; se limaron asperezas, luego. La gente, desde sus balcones ha premiado con aplausos la sacrificada labor de la policía y ha expresado a viva voz, el agradecimiento a todos los trabajadores de salud. Por cierto, la humanidad tiene razón en inquietarse por el futuro, pero tengamos presente que la salvación proviene de Él; estense quietos. Él se merece la gloria, la honra y el poder por haber ideado una forma de vida pacífica para toda su creación. Desde un principio, su propósito fue que la humanidad viva compartiendo espacios en feliz armonía con los animales. El Físico alemán Albert Einstein, reconocido hombre de ciencia dijo: " El hombre encuentra a Dios, detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir" . Efectivamente, adonde miremos está la mano de Dios; la ciencia hace descubrimientos asombrosos, como por ejemplo las Leyes que rigen el Universo, son perfectas. La ubicación de la Tierra en la galaxia Vía Láctea y en el sistema solar, así como su órbita, inclinación, velocidad de rotación y su singular Luna. Todo eso, no es producto de la casualidad, debe de haber alguien, con inteligencia superior, que lo ha creado. Ese alguien es Dios; quién ha diseñado no solo la asombrosa belleza de la Tierra, sino de todo el Universo.
 
En la Biblia está escrito desde hace miles de años: " ...el lobo morará con el cordero, el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado (...)y un simple muchachito será guía sobre ellos; no harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña, porque la Tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar" Isaías 11: 6, 9. Esto que vemos, los animales que descansan o pasean en las calles, debemos tomarlo como un adelanto de las cosas buenas que nos esperan en un futuro muy próximo. Recuerdo con cierta nostalgia aquello que veíamos en las playas, no mucho tiempo atrás. Disputábamos con alegría un lugar en las arenas de las playas, con los pelícanos, las gaviotas y las arañas. Había un espacio para la feliz convivencia, pero eso quedó atrás; hoy la gran cantidad de gente y el comercio nos han esquilmado la tranquilidad. En la cuarentena, la ausencia de personas en las playas, los bosques o las calles, ha hecho que la naturaleza se muestre como lo que realmente debe ser. Por otro lado, que felices deben  sentirse los habitantes de Venecia hoy, los canales que registraban tremenda contaminación ambiental ahora lucen cristalinos de tal manera que pueden ver las algas marinas y los peces. En Argentina se ve a los leones marinos reposando en las calles de Mar del Plata y en la India los animales silvestres reclaman espacios que hasta hace poco estuvieron ocupados por los humanos.

Debemos meditar, hoy que tenemos oportunidad y  tiempo, en todo aquello que la sobrepoblación y la actividad industrial indiscriminada hacen en el ambiente. Estamos destruyendo nuestro hogar, el amor genuino va desapareciendo, hemos perdido el cariño natural, ese sentimiento que nos movía para servir a nuestro prójimo, se ha enfriado. El egoísmo y la desconsideración se va adueñando del corazón de casi la totalidad de habitantes del planeta; y eso no debería sorprendernos, pues en la Biblia se nos advierte acerca de eso, pero también nos pide que no nos dejemos arrastrar por esa ola decadente. Dejemos que el aliento nos motive, después del hartazgo de varios meses de encierro en nuestro hogar, para empezar a cambiar de actitud. Así como nuestros padres nos regalaron una vida pacífica, estamos en la obligación de heredarles a nuestros hijos, un mundo donde reine la paz. Es muy difícil estar encerrado; nunca el tiempo había impuesto su feroz opresión con tan aplastante monotonía. Todos, sin excepción sufrimos; unos por la pérdida de seres amados, otros dejamos de tener un trabajo que dé seguridad a la familia y muchos otros, por la falta de alimentos. Esta pandemia ha desnudado la falsa seguridad que nos prometían los gobernantes; seguimos tercamente confiando en ellos ignorando el consejo sabio del autor de la vida: "el hombre ha gobernado al hombre, siempre para perjuicio suyo" . Olvidamos la decepción que sentimos cuando un gobernante termina su mandato y volvemos a confiar ciegamente en el que asume; le damos nuestra total confianza y al final, quedamos más defraudados, aun. Con total desparpajo, buscando esconder su incapacidad, se esfuerzan en culpar  a otros, de su propia falencia.


La cuarentena, el aislamiento social o el "toque de queda"  ha puesto en evidencia un preocupante problema social. Antes de la emergencia sanitaria, los bares se mostraban abarrotados de gente que parecía feliz. Para muchos, asistir a un bar semana a semana, les parecía una costumbre natural y hasta inofensiva: era considerado el justo premio al arduo trabajo semanal; pero en cuanto se vieron con la inamovilidad domiciliaria, salió a flote la imperiosa necesidad de tomar unas copas. No se habían dado cuenta que el licor había ido ganando terreno en sus vidas hasta convertirse en adicción. De pronto se vieron desesperados por salir, y como no podían hacerlo, afloró el mal carácter que, como daño colateral, ocasiona la abstinencia; la enfermedad de la adicción se había convertido en peligrosa, hasta el punto de agredir a la familia. Esas personas que pensaban que era un pasatiempo inofensivo, se dieron cuenta que lo suyo está en camino de hacerse prisioneros del licor. Una gran mayoría piensa y lo proclama, que solo toma cuando quiere y deja de hacerlo también, cuando quiere. Eso resultó ser una cruel mentira. Ahora, el encierro obligado y la necesidad de tomar "aunque sea una copa", ha provocado el síndrome de la abstinencia. Nadie lo soporta, grita de la nada y busca pretextos para abandonar la casa. Como no puede salir, está de mal humor todo el día. Que estos tres meses de enclaustramiento nos sirva para reflexionar y ver con objetividad, que para ser alcohólico se avanza de copa en copa. Hoy, como muchos no soportan la abstinencia obligada, se vuelven irritables, padecen insomnio, temblor en las manos y malestar general. La esposa y los hijos tenían la ilusión de disfrutar de la compañía, obligada por las circunstancias, de papá; pero los primeros días fueron fatales. A estas alturas, esos malestares ya deben haber pasado. Pero, una primera copa, puede echarlo a perder todo, otra vez. La propaganda de que "beber cerveza es beber salud" es falsa; el licor es una sustancia sumamente adictiva. Que esta cuarentena haya servido para desarrollar actividades positivas. Cuantas familias no se sentaban a una mesa, todos juntos. Hemos empezado a creer que la solidaridad hace feliz a las personas. En las redes sociales hay mensajes de buena voluntad, eso indica que la humanidad desea creer en alguien. Que ese alguien, sea el Dios verdadero. Que la rutina de estar encerrados en los límites físicos de nuestra casa no se convierta en un calvario, sino más bien demos gracias a Dios de tener esta tregua en familia, dándoles la seguridad a los niños, de que tienen un hogar. 


Los profesionales de la salud, han desarrollado una admirable labor, a pesar de la falta de implementos que le aseguren su propio cuidado. Han puesto en riesgo su vida y muchos la han sacrificado por cuidarnos. Ellos siempre han asegurado que nuestro cuerpo tiene sus propias defensas, pero que lamentablemente el mecanismo de defensa, el virus anuló. Un hombre sabio de la antigüedad escribió con mucha propiedad: "te elogiaré por qué de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma". Ese hombre fue el rey David Salmo 139: 14. Que la insoportable rutina que hoy padecemos se torne sublime, acercándonos a Dios. El nos promete que en el futuro ya no habrá enfermedades, tampoco guerras ni hambre. Las armas de guerra se transformarán en herramientas de labranza. Que ese delicioso espectáculo que nos regalan esos hermosos pavos reales que pasean por las calles de Madrid o el puma que camina con tranquilidad por las calles de Santiago de Chile, no sean casos aislados. La Tierra, nuestro hogar, es producto del diseño de un Dios amoroso. Ha sido puesto en el lugar preciso para que haya vida, porque tiene una ubicación especial en el universo, con una central eléctrica perfecta, el Sol, que nos da la cantidad exacta de energía, para que haya vida. ¡Y nuestra vida tiene mucho valor!         








Comentarios

Entradas más populares de este blog

HISTORIA DE LARAMATE

Laramate para el mundo

LOS ENCANTOS DE LARAMATE