LA MINKA Y LA HERRANZA
COSTUMBRES: LA MINKA Y LA HERRANZA.
-Imamanta waqanki, taytay? (¿Porque lloras?)
La "HERRANZA" es otro ritual de nuestro y otros pueblos, que alcanza mayor ámbito. Participa toda la población. Para este acontecimiento, se preparan con muchos días de anticipación, colaborando en la búsqueda de animales a lo largo y ancho de las extensas lomas, donde a su libre albedrío, pasta todo el ganado. Antes de emprender la búsqueda, los vaqueros van a las grandes plantas de cabuya, para sacar las fibras y fabricar sus propios "puntales". Esta ceremonia consiste, una vez obtenido las fibras, en lavarlas y luego trenzarlas para poner en el extremo del chicote de cuero con mango de madera. Sirve para, tras un giro enérgico por la los aires, reventarlo con fuerza para azuzar a los animales. Provistos de sus adminículos parten con dirección a los prados. Las vacas han parido, las yeguas y pollinas, amamantan nuevas crías. Si bien las cabras y ovejas están al diario cuidado de los pastores, también ha aumentado su número, hay que contarlos para saber la cantidad exacta de lo que se tiene. Es necesario hacer un censo para ponerle señal al ganado y reconocerlo en caso de que se pierdan. Los jinetes, en briosos caballos, arrean, reventando sus chicotes de cuero trenzado y puntal de cabuya en los anchos lomos de los toros. Esta tarea a veces dura semanas, durante el día recorren largas distancias juntando las reses y por las tardes buscan corrales y en caso no hubieran, buscan hondonadas de terreno donde refugiarse por la noche. Se juntan vaqueros de distintos hierros y hacen guardia por turnos cuidando que no escapen o que algún abigeo pretenda robarlos. Al día siguiente sigue la búsqueda hasta completar y si ya lo hicieron, todos los animales son conducidos a unos corrales grandes, que están en lo alto de una meseta, y que lleva por nombre "el rodeo", en alusión a la tarea que realizan. El día indicado es un gran acontecimiento, una ocasión festiva. Suele realizarse en el otoño, cuando todavía no han llegado los fríos fuertes, pero ya se han ido los calores fuertes del verano o las continuas lluvias. Toda la comunidad se vuelca con alegría a la tarea, desde muy temprano.
El día central, es una gran festividad del ganado. Cada familia prepara un fogón con leña seca, que arda en buen fuego, para recalentar el hierro de su marca y aplicarlo cuando esté candente en el anca o brazo del animal de su propiedad. Mientras los peones trabajan, los dueños o ganaderos mayores, al lado de familiares y amigos, se entregan al sagrado rito de la paga al espiritu del cerro, para lo cual emplean las hojas de la coca como protagonista principal y hacen sus "armadas" acto que también es conocido como "mesa mastay": tienden en el suelo un mantel grande y las abundantes hojas las esparcen de tal manera que todos los familiares e invitados puedan escoger las hojas más grandes y enteras. Se llevan un buen puñado a la boca y empieza el "chacchado" o la "pijcha". Entonces, la fiesta empieza con la marcación de las vacas mayores. Cada ganadero tiene su propia señal, que debe ser distinta a las otras para evitar confusiones. Después de marcarlas se les agujerea las orejas y se les coloca cintas de colores - zarcillos le dicen - también se le corta una pequeña parte de oreja y cola, que luego sirven para llevar el conteo de animales marcados. Los propietarios recuentan y anotan los nuevos animales para marcarlos. Cada propietario, separa sus animales de los corrales comunes y los traslada a otros pequeños. La inmovilización de los animales también se aprovecha para otras tareas, como la castración de los machos jóvenes que no se destinaran a la reproducción, también a la curación de los heridos y la puesta de vacunas. Mientras que en otro lado los hierros están en brasas ardientes y cuando brillen como el sol en el ocaso, serán grabados en el anca izquierda del animal, que ya está en el suelo amarrado de patas. A los toros se les marca en el brazo con el fierro caliente. La gruesa piel es chamuscada y el olor fuerte se siente en el ambiente. Y aprovechando que está en el suelo, según las costumbres de cada lugar, le ponen coca en una bolsa sobre la panza y dentro de bolsa depositan una moneda, esto, dicen, es para que al toro no le falte comida y tengan fuerzas suficientes para arar. Enseguida le amarran una cinta en la espalda y le colocan una especie de pañuelo de colores al que llaman "divisa". Donde queda la marca echan agua y maíz molido para que no se infecte la herida. Las hojas de coca siguen jugando papel importante; les da valor y anula el cansancio; antes de sembrar o marcar los novillos o vaquillonas, se catipa, se chaccha la coca, con su calcita, su tocra y muchas veces con la llipta. Si la coca está dulce, llipta (cal con ceniza de quinua para darle fuerza) y la tocra que lo acompañan, buen año, buena cosecha y hembras de fuertes ancas que darán buenos críos. Pero si está amarga, mala cosecha, y animales enclenques”. Coca quintucha, hoja redonda, qamsi yachayki…..Coca, cigarro y trago los estimula, se alegran y a modo de juego, a las personas asistentes, se les empapa maíz molido en la mejilla para darles buena suerte y para que tengan más animales. Para cerrar el trajinado día, grupos de criadores, con su corneta o wacrapucu y alguna “tinya”, entonan canciones melancólicas, porque melancólicos son la gente de mi pueblo, aún en la alegría, lloran y ríen al mismo tiempo.
Antes de que asomen las primeras sombras de la noche, con el sudor derramado por tan ardua tarea; comen los ganaderos y sus peones. Reparten abundante comida y trago: cañazo, cerveza, chicha de jora y la fiesta no termina. Después del marcaje, los presumidos ganaderos se desafían, el licor los envalentona. Realizan carrera de caballos, pelea de toros y para los jóvenes: carrera de burros. Suelen participar autoridades y estos repartirán los premios de acuerdo a la habilidad de los jinetes. A veces, el cura del pueblo asiste a la fiesta y con algunos tragos encima reparte bendiciones, esta vez no cobra por sus oficios, solo una copa más. Avanzada la noche, emprenden el retorno al pueblo. Muchos que se han excedido en tragos rodaran por la pendiente y otros no llegan a la casa, se quedan durmiendo en mitad de camino.
Indio que labras con fatiga
tierras que de otro dueño son
¿ignoras que deben tuyas
ser, por tu sangre y tu sudor?
José Santos Chocano
De las entrañas mismas de la tierra, nace el idioma que expresa dulzura, el Quechua .El Runa Simi es tan íntimo, como la misma naturaleza, es la celestial expresión que el indio pone en sus parcas palabras. Esclavo de una vida que no habían escogido, pero que habían decidido vivir convencidos de que era mejor para ellos. Su sonrisa, era una sonrisa manchada de lágrimas. Que esta plegaria sea decididamente un homenaje a la ancestral raza que habitó Laramate en sus días de formación como asentamiento humano.
De las entrañas mismas de la tierra, nace el idioma que expresa dulzura, el Quechua .El Runa Simi es tan íntimo, como la misma naturaleza, es la celestial expresión que el indio pone en sus parcas palabras. Esclavo de una vida que no habían escogido, pero que habían decidido vivir convencidos de que era mejor para ellos. Su sonrisa, era una sonrisa manchada de lágrimas. Que esta plegaria sea decididamente un homenaje a la ancestral raza que habitó Laramate en sus días de formación como asentamiento humano.
-Imamanta waqanki, taytay? (¿Porque lloras?)
Su
llanto es de alegría y de agradecimiento. Escuchando la voz los dioses ancestrales, la pachamama, diosa de la tierra, es generosa con sus hijos. Para
vivir en plenitud es preciso ser agradecido con sus raíces. Y la mejor forma de
demostrarlo según la propia experiencia del criandero y agricultor, es practicando vez tras vez sus tradiciones. De las muchas
ancestrales costumbres de nuestro pueblo, podemos rescatar la “MINKA” y la
“herranza”, tan intrínsecos como el idioma mismo. Estas conservan su cándido misticismo. En
este culto hereditario se hacen ofrecimientos al dios Sol y la madre tierra. Se
pretende mediante las ofrendas obtener favores para las prosperas cosechas y el aumento
de ganado. La población, como comunidad, se entrega a la tarea del
servicio. Es toda una ceremonia el sembrar papas, por ejemplo. Los miembros de una comunidad participan activamente en el trabajo solidario. Hoy mejor que nunca toma cuerpo aquello: "hoy por mi, mañana por ti". Estando el terreno preparado,
se abren los surcos. Las rejas de arado profanan, rompiendo con energía, la
húmeda tierra. Sin que sea necesario un jefe, los trabajos se reparten. Los hombres con barretas, picos y lampas o guiando la yunta. Hay señoras que depositan las semillas en el surco, y otras, expresamente
escogidas para “el huanqueo”cantan con pasión. Con agudas voces elevan sus plegarias, en
forma de canto, llegando incluso al profuso llanto, implorando ser escuchadas por la
madre tierra, y en su canto ruegan por que haya abundante lluvia y buena cosecha. En algunos lugares de la sierra a esta plegaria se le conoce también con el nombre de "pukuy".Si por un lado están las "huanqueadoras", por otro lado están, los rudos
labriegos realizando su “armada”, que consiste, una vez sentados, en separar las hojas de coca,
según su costumbre y sabiduría. De una manta que tienden al suelo, cada uno recoge y a su gusto las hojas más grandes y bonitas, acción que en lugares le llaman "kintu". Las hojas que sin escogidas las llevan a la boca y empiezan a chacchar o "pijchar", para lo cual mezclan, en cada masticada, con cal a la que llaman tocra o "collpa". Cuando la cal es mezclada con cenizas de quinua, para aumentar su efecto, se le llama "llipta". Esta tarea que hoy se realiza en chacra de fulano, se repetirá luego en la de mengano y después en la de perencejo. Este trabajo comunitario representa la vida como una reciprocidad de dones, la solidaridad mutua, invocando la capacidad de corresponder al bien recibido por medio de otro bien. Para cuando llega la cosecha, las huanqueadoras se hacen presente en el lugar, participan del escarbado, y son gratificadas con su quintal de papas. Los dueños, utilizan fuertes asnos para el transporte de los numerosos costales, desde la chacra hasta su hogar. Pero, la tarea no termina allí; un grupo de señoras del círculo más íntimo, se reúne en la casa de la dueña del producto para separar las papas por categorías: unas para consumo, otras para semilla y otras más, para hacer papa seca; y hasta tal, para "chuño".
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La recolección del ganado se realiza en varias y esforzadas jornadas. Los animales están dispersos en las lomas y potreros. |
La "HERRANZA" es otro ritual de nuestro y otros pueblos, que alcanza mayor ámbito. Participa toda la población. Para este acontecimiento, se preparan con muchos días de anticipación, colaborando en la búsqueda de animales a lo largo y ancho de las extensas lomas, donde a su libre albedrío, pasta todo el ganado. Antes de emprender la búsqueda, los vaqueros van a las grandes plantas de cabuya, para sacar las fibras y fabricar sus propios "puntales". Esta ceremonia consiste, una vez obtenido las fibras, en lavarlas y luego trenzarlas para poner en el extremo del chicote de cuero con mango de madera. Sirve para, tras un giro enérgico por la los aires, reventarlo con fuerza para azuzar a los animales. Provistos de sus adminículos parten con dirección a los prados. Las vacas han parido, las yeguas y pollinas, amamantan nuevas crías. Si bien las cabras y ovejas están al diario cuidado de los pastores, también ha aumentado su número, hay que contarlos para saber la cantidad exacta de lo que se tiene. Es necesario hacer un censo para ponerle señal al ganado y reconocerlo en caso de que se pierdan. Los jinetes, en briosos caballos, arrean, reventando sus chicotes de cuero trenzado y puntal de cabuya en los anchos lomos de los toros. Esta tarea a veces dura semanas, durante el día recorren largas distancias juntando las reses y por las tardes buscan corrales y en caso no hubieran, buscan hondonadas de terreno donde refugiarse por la noche. Se juntan vaqueros de distintos hierros y hacen guardia por turnos cuidando que no escapen o que algún abigeo pretenda robarlos. Al día siguiente sigue la búsqueda hasta completar y si ya lo hicieron, todos los animales son conducidos a unos corrales grandes, que están en lo alto de una meseta, y que lleva por nombre "el rodeo", en alusión a la tarea que realizan. El día indicado es un gran acontecimiento, una ocasión festiva. Suele realizarse en el otoño, cuando todavía no han llegado los fríos fuertes, pero ya se han ido los calores fuertes del verano o las continuas lluvias. Toda la comunidad se vuelca con alegría a la tarea, desde muy temprano.
El día central, es una gran festividad del ganado. Cada familia prepara un fogón con leña seca, que arda en buen fuego, para recalentar el hierro de su marca y aplicarlo cuando esté candente en el anca o brazo del animal de su propiedad. Mientras los peones trabajan, los dueños o ganaderos mayores, al lado de familiares y amigos, se entregan al sagrado rito de la paga al espiritu del cerro, para lo cual emplean las hojas de la coca como protagonista principal y hacen sus "armadas" acto que también es conocido como "mesa mastay": tienden en el suelo un mantel grande y las abundantes hojas las esparcen de tal manera que todos los familiares e invitados puedan escoger las hojas más grandes y enteras. Se llevan un buen puñado a la boca y empieza el "chacchado" o la "pijcha". Entonces, la fiesta empieza con la marcación de las vacas mayores. Cada ganadero tiene su propia señal, que debe ser distinta a las otras para evitar confusiones. Después de marcarlas se les agujerea las orejas y se les coloca cintas de colores - zarcillos le dicen - también se le corta una pequeña parte de oreja y cola, que luego sirven para llevar el conteo de animales marcados. Los propietarios recuentan y anotan los nuevos animales para marcarlos. Cada propietario, separa sus animales de los corrales comunes y los traslada a otros pequeños. La inmovilización de los animales también se aprovecha para otras tareas, como la castración de los machos jóvenes que no se destinaran a la reproducción, también a la curación de los heridos y la puesta de vacunas. Mientras que en otro lado los hierros están en brasas ardientes y cuando brillen como el sol en el ocaso, serán grabados en el anca izquierda del animal, que ya está en el suelo amarrado de patas. A los toros se les marca en el brazo con el fierro caliente. La gruesa piel es chamuscada y el olor fuerte se siente en el ambiente. Y aprovechando que está en el suelo, según las costumbres de cada lugar, le ponen coca en una bolsa sobre la panza y dentro de bolsa depositan una moneda, esto, dicen, es para que al toro no le falte comida y tengan fuerzas suficientes para arar. Enseguida le amarran una cinta en la espalda y le colocan una especie de pañuelo de colores al que llaman "divisa". Donde queda la marca echan agua y maíz molido para que no se infecte la herida. Las hojas de coca siguen jugando papel importante; les da valor y anula el cansancio; antes de sembrar o marcar los novillos o vaquillonas, se catipa, se chaccha la coca, con su calcita, su tocra y muchas veces con la llipta. Si la coca está dulce, llipta (cal con ceniza de quinua para darle fuerza) y la tocra que lo acompañan, buen año, buena cosecha y hembras de fuertes ancas que darán buenos críos. Pero si está amarga, mala cosecha, y animales enclenques”. Coca quintucha, hoja redonda, qamsi yachayki…..Coca, cigarro y trago los estimula, se alegran y a modo de juego, a las personas asistentes, se les empapa maíz molido en la mejilla para darles buena suerte y para que tengan más animales. Para cerrar el trajinado día, grupos de criadores, con su corneta o wacrapucu y alguna “tinya”, entonan canciones melancólicas, porque melancólicos son la gente de mi pueblo, aún en la alegría, lloran y ríen al mismo tiempo.
Antes de que asomen las primeras sombras de la noche, con el sudor derramado por tan ardua tarea; comen los ganaderos y sus peones. Reparten abundante comida y trago: cañazo, cerveza, chicha de jora y la fiesta no termina. Después del marcaje, los presumidos ganaderos se desafían, el licor los envalentona. Realizan carrera de caballos, pelea de toros y para los jóvenes: carrera de burros. Suelen participar autoridades y estos repartirán los premios de acuerdo a la habilidad de los jinetes. A veces, el cura del pueblo asiste a la fiesta y con algunos tragos encima reparte bendiciones, esta vez no cobra por sus oficios, solo una copa más. Avanzada la noche, emprenden el retorno al pueblo. Muchos que se han excedido en tragos rodaran por la pendiente y otros no llegan a la casa, se quedan durmiendo en mitad de camino.
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La verde campiña que rodea al pueblo. La meseta donde se realiza "el rodeo" está ubicada en lo alto de la pendiente que se utilizó para tomar esta vista panorámica. |
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