Cuando empecé a escribir jamás pensé en llegar hasta este maravilloso momento. Pienso, que no lo merezco, soy apenas un narrador que tiene el intenso deseo de recuperar el buen nombre heredado de mis padres. Estuve a punto de tenderme en la noche para ser arrastrado al fango del olvido, cuando me interné en los negros pasillos de la antesala de la muerte. Pero, no podía vivir por siempre bajo la mísera negación, tenía que aceptar lo ocurrido, aunque duela en lo más profundo. Debemos disfrutar de la vida como una bendición y no como una condena. Así que decidimos, a través de la escritura convertir las ideas en historias. Somos conscientes de que, lo que escribimos no será del agrado para muchos, pero debemos seguir pase lo que pase, incluso cuando los impedimentos sean más grandes que nosotros mismos o cuando creamos que nuestra obra no es buena, siempre hay tiempo de corregir, pero no podré corregir nada, si nada escribo: "siempre podemos editar una mala página escrita, pero no una página en blanco" (Jodi Picoult). Después de todo lo expuesto, concluimos en que solo hay una forma de ser escritor: escribiendo mucho y leyendo mucho, además de aprender a administrar la frustración. Es frustrante leer lo escrito una vez, no te convences, corriges y vuelves a leer cien veces y sigues sin convencerte; entonces rompes las cartillas y vuelves a empezar o lo dejas y adiós al sueño de ser escritor. Para ser escritor debes entrenar y no hay mejor forma de hacerlo que escribiendo con tesón y firmeza. Dice un famoso escritor: "lo que de verdad diferencia al escritor amateur del profesional son las miles de horas de intenso trabajo". Contaba un campeón de atletismo: "he pasado cuatro años entrenando para correr nueve segundos, mientras que la mayoría lo deja a los pocos meses, porque no ven resultados.
Líneas arriba escribo que el intenso deseo por recuperar el buen nombre heredado de mis padres es la motivación permanente que me lleva a escribir. Dios nos da todos los materiales para enfrentar la vida con éxito, sin embargo no queremos escucharle, pensando que solos lo podemos lograr. Al hombre no le pertenece su camino, ni siquiera dirigir su propio paso, sin la dirección de Él. Se pueden lograr victorias, como lo consiguieron muchos, pero lo que pasa es que esa sensación puede ser pasajera. Los sucesos imprevistos también traen derrotas. Y cuando esto sucede existe la idea equivocada de que quien, por circunstancias o imprevistos, se alejan de los rectos caminos y equivocan sus pasos, vienen de una familia de delincuentes o que su entorno está lleno de miseria moral. Los hechos fortuitos hicieron que me equivoque, pero los valores aprendidos en la escuela y mi hogar no dejaron que siga corriendo en ese derrotero al mismo bajo sumidero de disolución. En mi caso, gracias a Dios, al amor de mis padres, y a la lucha personal logré salir de esa oscuridad que amenazaba sepultarme. Pude mantenerme de pie aun cuando a veces todo parecía caer en pedazos. Fue mi hogar, no un remanso de paz, pero si de seguridad, con una familia feliz que vive en medio de gente humilde, dentro de un pueblo que trascurre su vida dedicándose al arduo trabajo de la labranza y cría de animales. Y los muchachos nos dedicamos al estudio, al deporte y a las sanas aventuras de zambullirnos en los profundos pozos del río grande o en las aguas termales. Es un pueblo que conserva la candidez: no existe el cáncer de la delincuencia, salvo hechos aislados. En ese querido vecindario terminé mi secundaria y partí para Lima. Los estudios y luego el trabajo consumían mi tiempo. Siendo adulto tropecé y caí, pero no por eso podía permitir que la honra de mi familia sea embarrada con el cieno nauseabundo de la maledicencia. No podía consentir que por mi error, ellos fueran mal juzgados. De allí nace la idea de escribir algo de nuestro Laramate. Pienso que en ese futuro libro contaría con detalle todos los acontecimientos acerca de la vida de mi familia, maestros, amigos y de la gente humilde. Va madurando la idea, lo contaré todo con total franqueza. Mis padres o maestros no fallaron, fallé yo. Ellos, que me dieron la vida y dedicaron su tiempo y energías para hacer de mi una buena persona, se merecen mis consideraciones y agradecimiento. Cuando estuvieron en vida no les pude agradecer como debía, pero como soy una persona que cree firmemente en la amorosa promesa, que en la Biblia, nos hace nuestro amado Creador Jehová de que va a ver una resurrección, allá en ese día glorioso cuando los vuelva a ver, les pediré perdón por los malos momentos que les hice pasar, cuando anduve en la disoluta vida que casi termina conmigo y con mi familia. "No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida y los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio" (Juan 5: 28-29). Es una promesa que se cumplirá, con toda seguridad, porque el autor de la vida así lo asegura. En ese entonces recibiremos la gracia de aprender una nueva vida, nadie lo podrá impedir. Aprenderemos a no fallar y ya no habrá remordimientos por manchar nuestro buen nombre. Lo que dijo W. Shakespeare, será un recuerdo: "El buen nombre es la joya más valiosa. Quién me roba la bolsa , me roba una insignificancia, pero el que me hurta mi buen nombre me arrebata una cosa que no le enriquece, pero a mí me deja pobre de verdad". En ese nuevo mundo, seremos agradecidos a Dios porque "somos las ovejas de su apacentamiento...."
Una cálida tarde acompañado de mi soledad, sentado en una banca de piedra en el Parque Triangular del barrio de Miraflores en La Paz, Bolivia, acariciaba mis penas. Como siempre, en la mano tenía un fiel compañero: un Libro. El siempre me acompañaba, era lo más fiel que tenía y jamás me fallaba. Me contaba historias, yo le contaba las mías y me alegraba o me entristecía. Pero aquel día tenía también un cuaderno, el mismo que me servía para tomar notas. Tarde de nostalgia, pensaba en mi madre, lloraba por mi esposa y mis hijos. Esas lágrimas que brotan con facilidad caen sobre mis notas en aquel blanco papel y se convierten en sangre. De aquellos primeros garabatos que suceden sin orden ni concierto van naciendo las ideas y se transforman en frases con sentido. Así nace el primer Libro: "Lágrimas de Sangre", editado en Bolivia. Narra todo el dolor de mi familia y el mio propio. Los días de encierro en "Paz y Fe", un centro de rehabilitación de Ica y mi reencuentro con el estudio de la Biblia con los Testigos de Jehová. De ellos aprendí que "cuando una persona con fortaleza de carácter comete un error, no se martiriza con expresiones como "soy un fracaso"o "no sirvo para nada", porque los errores y los fracasos son parte natural de la vida y hay que saber como reaccionar cuando ocurren. Además escribimos sobre los tratamientos psiquiátricos en tres Clínicas de Lima. los viajes por Ecuador, Colombia, Bolivia. El trajín incansable por todos los pueblos y ciudades del centro y sur de Perú. En ese libro también denunciamos al licor, particularmente a la cerveza, como el agente principal de destrucción de personas individuales y hogares destruidos. Hacemos ver como los dueños de la cervecería se burlan del dolor y se enriquecen robando la comida de los niños: "la diversión nunca termina, recién comienza con...". Tanto nos aficionamos a emborracharnos, que vamos cada fin de semana a regalar un dinero que ni siquiera es nuestro. "Yo chupo con mi plata", mentira, hombre casado que está en una cantina no toma con su dinero, está robando el dinero de la familia; sin darnos cuenta: somos ladrones de nuestra propia familia. Ese Libro fue vendido toda su edición en Bolivia. Regreso a Perú porque, cada lugar que conocía, acrecentaba mi nostalgia por mi pequeño pueblo. Las grandezas de todo lo que conocí, no igualan a cada rincón de Laramate. Recordaba mi pueblo, ese pequeño, acogedor y cálido: Laramate, entonces es que decido trasladar mis ideas a un nuevo Libro: "Crónicas de Laramate". Escribiría sobre la añoranza por sus estrechas calles, y ese aroma inconfundible del maíz tostado en "tostanas de barro". Tenía presente en mis recuerdos esas tardes de lluvia o aquellas, cuando la neblina lo cubría todo y no se podía divisar los carneritos que llevamos con mi madre y hermanos, a que apacienten en los cerros de Plazapampa. El hogar paterno es el espacio idóneo para la convivencia. Era un modo equilibrado de proteger a la familia. No hay existencia sin convivencia. Allí nacimos, allí crecimos. No nacemos hechos en cuanto a personalidad, sino que nos vamos haciendo nosotros mismos, cada uno con su propio criterio para dirigir su vida. He vivido tan poco en Laramate, hasta los diecisiete años con algunos intervalos en Lima, pero siento que mi pueblo afianza el sentido de pertenencia, en la que cada elemento tiene asignado un valor afectivo. Y al escribir acerca de los recuerdos impregnados en la memoria con aroma de alfalfa y flores silvestres, conforman una topografía sentimental, que añoro en todo momento. Sus aguas termales, los profundos pozos de Chacapata, el montar a pelo un brioso caballo y galopar en las pampas del Rodeo, el arrear las vacas hasta Huayrana para que coman la fresca alfalfa en los andenes de don Edmundo y tomar fresca espuma de leche de vaca en los corrales que pertenecen a los padres de los primos Andrés e Iris Garayar o Asunta Guevara, siempre te dan ideas para nuevas historias.
Hoy comprendo, como escritor en ciernes, que debo ir quemando etapas. Un escritor puede hacerse, pero tiene que nacer con algo de predisposición. Lo más normal es que tus primeros libros pasen desapercibidos, pero esto no puede ni debe desanimarnos. La inclinación por la escritura, supone una natural e innata capacidad; pero esta, sin una dosis mínima de motivación e interés, sino la desarrollamos con perseverancia, nunca podrá evolucionar. En la instrucción primaria, teníamos ejercicios dejados por los maestros Andrés Zorrilla y Manuel Céspedes, quienes luego de las excursiones nos daban como tarea escribir una composición acerca de ese paseo. Contar todos los pormenores, es la directiva, teniendo necesariamente que escribir al menos dos páginas, para obtener calificación. A mi gustaba narrar, era una apoteosis que la vida me brindaba, era como volver a vivir el paseo, recorriendo cada rincón, mediante las letras. Además, una ayuda importante es lo que encontraba en mi hogar: leer libros. Mi padre fue un buen lector, pasaba horas leyendo. Si un escritor no se ocupa en hacerse, ninguna supuesta capacidad innata llegará muy lejos. La tenacidad y el no rendirse jamás, hará que dediquemos tiempo a escribir. Debemos pulir y trabajar para que el supuesto talento, dé los resultados que deseamos. Perseverar. Recordemos que a medida que vivimos, nos vamos topando con pequeñas historias que siempre dan un buen material de escritura. La escritora y Blogera española Nerea Nieto dice: "Un escritor debe poseer algo que el resto no tiene; la capacidad de saber contar una historia. Y eso, por mucho que a algunos les cueste admitir, no se puede enseñar porque es algo innato. Aunque creo que el escritor nace, también considero que se debe hacer a si mismo. Debemos mantener siempre la frescura al escribir. Las cualidades hay que ejercitarlas. La práctica es imprescindible.Creo que es nuestra propia andadura como escritores lo que nos enseña a lo largo de este difícil camino. Aprendemos los unos de los otros". Con honestidad debo reconocer mis limitaciones, hay momentos en que las ideas se niegan a salir, pero no debo permitir que mi entusiasmo decaiga. Entonces es hora de leer. La mente puede estar cansada para crear, pero leer nos ayuda mucho a que las ideas vuelvan. Puede ser un buen estímulo para seguir escribiendo. Si no funciona, es momento de salir a correr y en Ica, el trayecto a Huacachina hace posible que las ideas se vayan ordenando o salgan a flote algunas nuevas. El aire fresco debajo de esos gigantescos árboles te trasmite nuevo ímpetu. La emoción es una gran fuerza motivadora. Para escribir debemos hacerlo con genuina honestidad para mostrarle a quien nos lea como se ve el mundo desde nuestra perspectiva o con nuestros ojos.
La historia se ha encargado de darnos gran parte del trabajo hecho, no hay que crear nada relativamente nuevo. Solo falta ordenar los acontecimientos dándole algún aliciente para enriquecerla. Para quien no ama la escritura, sentarse a escribir resulta ser un tedio existencial, insoportable. Lo expresaba la poeta polaca Wislawa Szymborska: "Escribes siete versos, luego te tiendes en el sofá con la vista fija en un punto de la pared o del techo, de los cuales, después que transcurre un cuarto de hora, vas y borras uno y de nuevo pasa una hora en la que no ocurrirá nada, ¿ quién puede soportar un trabajo así?" Es en estos momentos, en que uno busca la fuerza estimulante de aquel compañero que ayude a encontrar el hilo conductor del sosiego y nos anime a crear condiciones favorables, mientras disfrutamos de una grata tertulia. Y aquí, la guía de un maestro es lo que ayuda. Las largas horas de conversación con el poeta Gustavo Zorrilla Jurado, en trasnochadas horas de platica continua, dan fruto. El sentido del humor cultivado desde niño hace que su conversación sea amena. La camaradería y el apego natural, viene desde siempre. Su padre fue mi maestro y su madre es una tía muy querida. Lo del amor por las letras viene como herencia, su padre dominó distintos campos del arte. Nuestro pueblo es rico en historias, solo hace falta rebuscar en el tiempo para experimentar la sensación de haber retrocedido en el tiempo. Una idea me viene rondando la mente, hace ya bastante tiempo. Es un drama familiar que toca fibras muy íntimas. Es una historia trágica que involucra a varias familias. Para mí, es muy necesario que la trasmite, es la liberación de penas contraídas y es el justo reconocimiento al sufrimiento que dio pase al amor. Nace el libro: LA SOTAQUITA. Es una historia dramática, con secuestros e infidelidades, pero con un delicioso final. Es la historia de un vientre mancillado por la violencia, pero que luego, como epílogo, es bendecido con el nacimiento de una hermosa niña, pero ahí no termina. Al minuto siguiente de nacer, la tierna aventura da paso a la fase de la supervivencia....

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