En la búsqueda y recolección del ganado, ya sea de las punas  o de los potreros y las lomas, participa toda la familia. Estos ganaderos abrevan a sus vacas en las frías aguas de una acequia en Atokata.  


LA HERRANZA

                                                   Indio que labras con fatiga
                                                   tierras que de otro dueño son:
                                                   ¿ignoras que deben tuyas
                                                    ser, por tu sangre y tu sudor?
                                                                                          J. S. Chocano 


De las entrañas mismas de la tierra, nace el idioma que expresa dulzura, el Quechua .Es tan íntimo, como la misma naturaleza, es la celestial expresión que el indio pone en sus parcas palabras. Esclavo de una vida que no habían escogido, pero que habían decidido vivir convencidos de que era mejor para ellos. Su sonrisa, era una sonrisa manchada de lágrimas. Que esta plegaria sea decididamente  un homenaje a la ancestral raza que habitó Laramate en sus días de formación como asentamiento humano.

-Imamanta waqanki, taytay?  (¿Porque lloras?)

Su llanto es  de alegría y de agradecimiento; no conocen ni se alimentan de penas, pues nacieron en medio de ellas. A los que nada tienen, todo  les alcanza.  La pachamama es generosa con sus hijos. Para vivir en plenitud es preciso ser agradecido con sus raíces. De las muchas ancestrales costumbres de nuestro pueblo, podemos rescatar la “mincca” y la “herranza”, tan  intrínsecos como el idioma mismo.  Estas conservan su cándida devoción, aunque ya el sopor y la indolencia los viene sepultando en el olvido.  En estos cultos divinos hereditarios se hacen también, ofrecimientos al dios Sol y la madre tierra. La Herranza andina es la comunicación del hombre con la madre-tierra (pachamama) el Tayta Jirka (padre montaña) y los animales.  Se pretende, mediante las ofrendas, obtener favores para las prosperas cosechas  y el aumento  de ganado. La población, como comunidad, se entrega a la tarea del servicio. En la Minka, es toda una ceremonia el sembrar papas, o cosechar o levantar una casa para una pareja joven. En la siembra, estando el terreno preparado, se abren los surcos. Las rejas de arado profanan, rompiendo con energía, la húmeda tierra. Hay señoras, expresamente  escogidas, para “el huanqueo” (doña Fortunata "la gringa", doña Pascualina). Con agudas voces elevan sus plegarias, en forma de canto, llegando hasta al copioso llanto, implorando ser escuchadas por la madre tierra, y rogar por buena cosecha. Mientras en otro lado, los rudos labriegos realizan su “armada”, que consiste en separar las hojas de coca, según su costumbre y sabiduría. La minka es un concepto andino y milenario, donde la cooperación, la reciprocidad y el compromiso, se hacen presentes con el dulce candor pueblerino.. Se juntan  para trabajar en un objetivo común. Al final de la tarea se premia con abundante "patache", "caldo de mondongo" y se remata con su "chicha de jora" .

La herranza es un ritual mayor. Es una ceremonia de origen prehispánico donde se agradece a la pachamama y a otras entidades espirituales por el aumento de los rebaños. Se prepara con días de antelación, con la búsqueda de animales en las lomas, donde a su libre albedrío, pastan.  Con muchos días o semanas de antelación, los jóvenes peones se acercan a las grandes "CABUYAS" para ir sacando  sus fibras y luego de lavarlas , las trenzan, haciendo de ellas unos "puntales" para sus chicotes. Estos  instrumentos sirven para asustar al ganado, reventándoles en el lomo. En las extensas lomas el ganado ambula en su libre albedrío, sin corrales que los limiten,  ni manos que las ordeñen.  Las vacas han parido, las yeguas y pollinas, amamantan nuevas crías. Es necesario hacer un censo. Los jinetes, en briosos caballos, arrean, reventando sus chicotes de cuero trenzado y puntal de cabuya. Los animales son conducidos a unos corrales grandes, que están en lo alto de una meseta, a pocos kilómetros del pueblo en un lugar acondicionado para tales fines: "el rodeo". Toda la comunidad se vuelca con alegría a la tarea, desde muy temprano. El día central, es una gran festividad del ganado. Cada propietario separa sus animales de los corrales y los traslada a otro pequeño. En otro lado los hierros están en brasas ardientes y cuando brillen como el sol en el ocaso, serán  grabados en las ancas del animal, que ya está en el suelo amarrado de patas. La gruesa piel es chamuscada y el olor fuerte se siente en el ambiente. Se aprovecha para hacerle la marca en las orejas. Se les coloca cintas de colores, zarcillos le dicen. Mientras los peones trabajan, los dueños, siguiendo el sagrado ritual, con la coca que juega un papel central, hacen sus armadas: “…en la coca también, antes de sembrar o marcar los novillos o vaquillonas, se catipa, se chaccha la coca, con su calcita, su tocra y muchas veces con la llipta. Si la coca está dulce, llipta y la tocra que lo acompañan, buen año, buena cosecha y hembras de fuertes ancas que darán buenos críos. Pero si está amarga, mala cosecha, y animales enclenques”. Coca quintucha, hoja redonda, qamsi yachayki…..Para cerrar el trajinado día, grupos de criadores, con su corneta o wacrapucu y alguna “tinya”, entonan canciones melancólicas, porque melancólicos son la gente de mi pueblo, aún en la alegría; se realizan carrera de caballos, pelea de toros y para los  jóvenes: carrera de burros.   
  
En la Meseta situada en la parte alta del Barrio de Miraflores, se encuentran los corrales  pircados con piedra, los mismos que eran utilizados para guardar el ganado: vacuno, caballar y lanar. A este lugar se le conoce como "el rodeo". Todos los animales fueron traídos desde los puntos màs distantes de las lomas y las punas. Se les reúne con el objeto de contar y marcarlos con su respectivo "hierro" y hacerles las señales características de cada familia.

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