LLEVANDO EL MENSAJE DEL REINO A OCAÑA.
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Vista panorámica del acogedor Distrito de Ocaña; fotografía tomada en la ocasión en que fue visitada por jóvenes Testigos de Jehová de la Congregación Javier Prado de Lima. Diciembre 2016 |
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Jonathan, realizando la predicación de casa en casa. Gracias hijo querido por el buen ejemplo. |
La obra que realizan los testigos de Jehová es reconocida a nivel mundial. Sea en las ciudades, los campos o las montañas, la predicación de las buenas nuevas de parte de Dios nunca se detiene, están siempre ocupados con el mensaje. Dejando sus zonas de confort, viajan hasta lugares donde haya necesidad, empleando su tiempo y recursos para dar a conocer la Palabra de Dios. Jonathan Loayza, Luis Llerena y los hermanos Renzo y Renato Muñoz, viajan desde Lima hasta los pueblos de Laramate y Ocaña, para cumplir con lo que Jesús mandó hacer a sus fieles discípulos: dar a conocer el nombre de Dios y anunciar el Reino. A la luz de la Biblia se sabe que vivimos en los últimos días, y así lo registra el apóstol Pablo en 2 Timoteo cap. 3: 1-5 "Debes saber que en los últimos días vendrán tiempos críticos y difíciles de soportar. La gente solo se amara a si misma; serán amantes del dinero, fanfarrones, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, no tendrán cariño natural, no estarán dispuestos a llegar a ningún acuerdo, amaran los placeres en vez de Dios. Aléjate de ellos" Las características que se citan, dan cuenta claramente como sería la humanidad, antes de que llegue la destrucción del mundo malvado. Entonces, es urgente que se predique un mensaje buenas nuevas. Jehová nos ha creado para vivir para siempre, pero ese deseo se vio interrumpido por la desobediencia de nuestros primeros padres. A pesar de que Dios les había advertido que no comieran de un árbol porque "el día que lo hagan, positivamente morirán", prefirieron actuar bajo su propio criterio. Escucharon a un ángel rebelde y no a Dios. Por ese acto de desobediencia, el pecado y la muerte entraron en el mundo. En el libro de Jeremías 10: 23 dice "Oh, Jehová, yo sé muy bien que el hombre no es dueño de su camino. Al hombre que está andando ni siquiera le corresponde dirigir sus pasos". Nuestro Señor Jesucristo sacrificó su vida perfecta, para que por medio de él, seamos salvos. Ese mensaje es el que se predica. Juan 3: 16 dice "Porque Dios amó tanto al mundo que entregó a su hijo unigénito para que nadie que demuestre fe en él sea destruido, sino que tenga vida eterna". Desde un principio el propósito de Dios era que el hombre viva para siempre en la Tierra. Ese propósito no ha cambiado; se vio interrumpido, pero sigue siendo el mismo.
La organización mundial de los testigos de Jehová, está regida por los principios bíblicos del amor, el orden, y la obediencia a las elevadas normas registradas en la Palabra de Dios, la Biblia. Se sigue el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. El Hijo de Dios, en su ministerio terrestre puso especial énfasis en predicar acerca de un Reino que el Dios del cielo establecería, para gobernar a la entera humanidad, con amor y justicia. Comprendía la necesidad que tenemos para acercarnos a Dios y para ello enseñó la oración conocida como el Padre Nuestro, la misma que vendría a ser el modelo para acercarnos a Nuestro Dios Jehová. En esa plegaria, lo primero que hacemos es Santificar el Nombre de Dios, luego le pedimos que venga su Reino y que se haga su voluntad aquí en la Tierra como se hace en los cielos. Enseño también que para orar, "no digas las mismas cosas repetidas veces, así como lo hace la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír. Para eso, el mismo Jesús cumplió con lo que está escrito en el evangelio de Juan 17: 6 que dice: "He puesto tu nombre de manifiesto a los hombres que me diste del mundo. Tuyos eran, y me los diste, y han observado tu Palabra. Los dichos que me diste se los he dado, y ellos los han recibido y ciertamente han llegado a conocer que yo salí como representante tuyo, y han creído que Tú me enviaste". Jesús puso como dechado la predicación cabal y dejó como mandato, lo que registra Mateo 28: 19, 20 "Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones...enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas". Imitando a Jesús y siendo obedientes como lo fue él con su Padre, el mensaje llega hasta los más recónditos lugares de la Tierra. Hay cientos de miles de congregaciones en todo el mundo y millones de fieles siervos que ponen en primer lugar los intereses del Reino. Vivimos en tiempos difíciles, así que es fácil que la humanidad se sienta triste o hasta desanimados, por tal motivo ellos desean ayudarnos a ser felices. Es con ese propósito que, un grupo de jóvenes publicadores de la Congregación Javier Prado de Lima conversan al final de su reunión de entre semana, para contemplar la necesidad de apoyar la predicación en algún lugar aislado del vasto territorio peruano. Para ello solicitan al superintendente de servicio, que evalúe la petición y que se les asigne una aislada región, donde no haya congregación, pero si necesidad. Los ancianos de la congregación verifican si en el territorio solicitado se está predicando o si ya pertenece a alguna congregación; al constatar la necesidad, se les asigna. El deseo, se hace realidad; para ello hacen sus cálculos de tiempo requerido y los gastos que ocasionaría trasladarse hasta allá. Contaban con la seguridad de tener una casa donde hospedarse. Cuatro hermanos espirituales hacen arreglos y preparan el viaje. Como Jehová es un Dios de Orden, deben informar con detalle a los hermanos mayores de su congregación, todas las actividades espirituales que llevan a cabo; la cantidad de publicaciones que reparten, ya sea libros, folletos, tratados y material audiovisual. La actitud de estos jóvenes es muy motivadora, pues con su pedido evidencian lo que en toda la Tierra hacen los hermanos de fe; están más ocupados que nunca a fin de mantenerse al paso de la organización de Jehová. Sabemos que muchos han ido a servir a todo lugar donde el amor fraternal, que caracteriza a los fieles siervos de Dios, lo requiera. Jesús había profetizado que el amor de la mayoría se iría enfriando, pero en cambio, la de sus discípulos sería una demostración distinta: "En esto conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí" Juan 13: 35.
Me cupo la gran alegría de acompañar a estos cuatro jóvenes en su viaje de predicación; si bien tenía cierto temor, estaba convencido que tras esa prueba, saldría fortalecido. Nací en Laramate en un hogar católico y viví como tal hasta los treinta y dos años, fecha en que conocí la verdad. Me siento bendecido de ser testigo de Jehová y de estar al lado del único Dios verdadero y de tener su aprobación. Pero ¿cómo es que conozco la obra de los Testigos de Jehová? En el primer tercio de la década de los ochenta, los caminos de la vida me conducen a trabajar en una fábrica donde había más de ciento ochenta trabajadores. Ellos están amparados por un sindicato que busca la permanente confrontación con los dueños de fábrica; los reclamos por mejoras salariales o condiciones de trabajo, son el pretexto para detener las labores cuantas veces se les ocurre y no cumplir con sus tareas. De las ocho horas de trabajo, solo cumplían con cuatro, el resto lo utilizaban en el ocio, el desorden total y los reclamos airados. Los dueños anteriores, cansados de tan insoportable situación, buscan que deshacerse de la fábrica porque ya estaba a punto de ser declarada en quiebra. Hacerse cargo, fue un desafío para la nueva administración; tienen que cambiar la forma de actuar de la gran mayoría de trabajadores que más se dedican a dormir o a fastidiar a las señoritas que están en el área de conversión. Es en medio de ese desorden que asumimos el trabajo de levantar la producción. Encontramos a muchos obreros deseosos del cambio; otros se vieron en la necesidad de renunciar, no había espacio para el relajo. En la plantilla de los que quedaron, había un joven que se distinguía de todos por el buen comportamiento y que llamaba la atención de todos, pues siempre se le veía desarrollando su trabajo correctamente o haciendo el mantenimiento de su máquina, o se le veía leyendo. Llamaba la atención por su conducta; era distinta a la de los demás trabajadores. Cierto día, ganado por la curiosidad, me acerco hasta su máquina para conversar con él, le pregunto que leía, me responde: la revista La Atalaya y la Biblia. Me sorprendí, dijo que era Testigo de Jehová; yo nunca había escuchado acerca de ellos. Nos hicimos amigos y un día me invita a un estudio de la Biblia. Yo nunca había tenido siquiera una Biblia en mis manos, le dije que era católico y que mi forma de adorar a Dios era la correcta, no necesitaba dioses falsos. Sin embargo, le acepté el estudio con el único fin de demostrarle que él estaba equivocado y de que su "secta" estaba compuesta solo de fanáticos. ¡Qué equivocado estaba yo! Aprendí cosas nuevas acerca de Dios; me sorprendió gratamente saber que habrá resurrección de los muertos, que viviremos para siempre en la tierra y que el nombre de Dios es Jehová. Después de un tiempo feliz, nuestro estudio se interrumpió y me dio mucha pena, pues percibía que por fin había encontrado la verdad. Las continuas huelgas y paros de los trabajadores, hicieron que cambiemos nuestros horarios. Un grupo numeroso de los nuevos, trabajamos día y noche. No podemos salir a nuestras casas, los huelguistas están atrincherados en la puerta. Así duramos cerca de mes y medio. Dejé de estudiar la Biblia y empecé a tener amistades que hicieron que me alejara de lo que estaba aprendiendo. El deseo que yo tenía de hacerle ver que estaba equivocado, se vino abajo, yo no tenía argumentos y la fe que pensaba que tenía, era nada con la Verdad que empecé a conocer. Después de todo eso, pasó un tiempo y un día aquel joven me sorprendió cuando me dijo que se retiraba de la fábrica para irse a predicar a la selva. Le pregunté: tienes otro trabajo? No. Allá en la selva ¿tienes familia? No. ¡He puesto mi vida en manos de Jehová y voy a predicar! me dijo.Renunció y se fue mi amigo, Nicomedes Ríos. Yo me dije: ¡Está loco!, no lograba comprender como puede dejar su trabajo para dedicarse a predicar.
Continué por muchos años trabajando en aquella empresa. Perdí la perspectiva de mi vida y con el tiempo me sumergí en la oscuridad y la vida desordenada; pero en medio del infortunio me daba cuenta que la semilla del verdadero conocimiento estaba en mi corazón. En lo peor de mis adversidades, empecé a buscar a Dios a tientas. Acudí a un consejero católico, su mensaje era vacío. Me reuní en la iglesia pentecostés, era hipocresía. En la Alianza Cristiana, perdí mi tiempo. Acudí al Mahi cari, engaños; a los brujos y chamanes, solo mensajes estercolizos. Conocía tan poco de los Testigos y no sabía donde encontrarlos. El Dios verdadero, sabiendo que lo buscaba, acudió en mi auxilio; después de tanta búsqueda, un día los volví a encontrar. En una conversación rutinaria escuché que predicaban por mi casa y encargué a un familiar que me consiga una cita. Fueron a mi hogar en su predicación diaria y mis familiares entraron en contacto con ellos y acordamos un estudio. A partir de allí y a pesar de las miles de recaídas no me desligué nunca más de ellos. Hoy sirvo a Jehová, después de casi treinta años de estudios y recaídas y de Centros de rehabilitación o Clínicas Psiquiátricas. Él supo esperarme con paciencia: "Vengan y enderecemos los asuntos, dice Jehová; si tus pecados fueron rojos como el carmesí o la escarlata llegarán a ser blancos como la nieve o la lana". Isaías 1: 18. Hay una manera como todos los cristianos hemos experimentado que Jehová es bueno. Por medio de su amado Hijo, nos invita a acercarnos a Él. Jesús dijo: "Nadie puede venir a mí a menos que el Padre, que me envió, lo atraiga" Juan 6: 44. Hoy estoy feliz de seguir estrechando una especial amistad con Jehová.
Con aquellos jóvenes arriba mencionados, regreso a Laramate; pero esta vez a predicar. La actitud es la misma en todos los que pertenecemos a la Organización de los testigos de Jehová, a nivel mundial. No existe obra más reconfortante que ser portadores del mensaje bíblico. Cuando los primeros rayos de sol asoman por lo alto del Condurillo, estamos ya alistando la ropa que vestiremos y otros preparando el desayuno. Siete y media de la mañana, nos sentamos a la mesa y examinamos el texto bíblico. Como la predicación es de Jehová, le pedimos en oración que dirija nuestros pasos. Me sorprende gratamente que en mi pueblo Laramate, haya mucha necesidad espiritual, en cada casa nos reciben con alegría, nos invitan a pasar y sentarnos en el "poyo". El primer día, abarcamos parte del pueblo, casa por casa. Empezamos por Chancaraylla, el Calvario, Pucarumi, Cuculipata, Cinco Esquinas y terminamos en la parte baja de la plaza. Para el segundo día, lo que queda de la parte baja de la plaza y todo el barrio de Bellavista. El tercer día, los cuatro hermanitos, van a Ocaña. Predican todo ese pueblo en dos días; encuentran a una hermana que por asuntos de trabajo está en ese pueblo; pero sin compañía, no deja de predicar, y la animan para que su obra no decaiga. Se reúnen con ella para un estudio de estímulo. Cuando regresan a Laramate, todavía nos queda el barrio de Miraflores, por predicar. Todas las tardes de aquellos días, hacemos revisitas o predicación pública con una mesa en la plaza. Así como en Laramate, en todo rincón de nuestro planeta, se predica. Nuestro Señor Jesucristo organizó la predicación, tal como está registrado en el Libro de Lucas 10: 1 "El Señor (Jesús) designó a otros setenta y los envió de dos en dos delante de si a toda ciudad y lugar adonde él mismo iba a ir. La mies (cosecha), es mucha, pero los obreros son pocos..." Cada día que pasa me siento maravillado de como Dios bendice a su pueblo. Salir a la predicación en compañía de padres que van con sus hijos, la alegría y el gozo que hay en sus rostros me animan a honrar a Jehová con todas mis fuerzas. Si vamos al desierto bajo los rayos de un sol incandescente, si subimos cerros o cruzamos ríos nos sentimos privilegiados de llevar el mensaje de Dios a toda persona para que ellos también disfruten de la esperanza que tenemos: en un futuro muy próximo, vivir en una Tierra convertida en un Paraíso y para siempre: "Los justos mismos poseerán la Tierra y residirán para siempre sobre ella" Salmo 37: 29. Ilusión, fantasía o fanatismo, dicen los enemigos de Dios. No existe grupo religioso en el mundo que realice una obra tan grande: solo hay un pueblo: el pueblo escogido de Dios: Isaías 43: 10 dice "Ustedes son mis testigos-es la expresión de Jehová- aun mi siervo a quien he escogido, para que sepan y tengan fe en mí, y para que entiendan que yo soy el Mismo. Antes de mí no fue formado Dios alguno, y después de mí continuó sin que lo hubiera. Yo...Yo soy Jehová, y fuera de mí no hay salvador". Porque así lo expresa Dios en su Palabra La Biblia: "Sobre la base de una esperanza de la vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió antes de tiempo de larga duración. Tito 1: 2. El "deleite exquisito en la abundancia de paz" se percibe cuando jóvenes o señoritas físicamente capacitados trabajan con esmero durante ocho o diez meses al año y con el fruto de sus ahorros viajan por dos o cuatro meses a lugares alejados a predicar; muchas veces tienen que dormir sobre cueros de ovejas (en el suelo), sin baños apropiados para señoritas, pero nunca dejan de tener energías para sonreír o ayudar a las personas. Reconocemos con humildad, la misma que mostró Jesús, que gracias al sacrificio de su vida perfecta, hoy tenemos la esperanza de vida eterna. 1ª Juan 4: 9 dice "Por esto el amor de Dios fue manifestado en nuestro caso, porque Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros consiguiéramos la vida mediante él" Es por ese reconocimiento que millones de personas dedican su vida a salvar vidas mediante la predicación. Hay muchos nombres, pero sería injusto que diera solo algunos nombres de señoritas y jóvenes de la Congregación a la que pertenezco, porque todos, de acuerdo a lo que le permite sus circunstancias, predican con gozo. Expresamos a Jehová nuestro agradecimiento por pertenecer a su pueblo y tener excelente compañía.
Nuestros hermanos, Jonathan, Luis, Renzo y Renato, se dieron tiempo para pasear y conocer algunos de los atractivos del pueblo. Desde un costado de la casa se puede apreciar a lo lejos, los Andenes, que son construcciones escalonadas que sirven para sembrar en poca escala. A fuerza de arduo trabajo los antiguos pobladores de la zona, le fueron ganando espacios a los cerros. Son una especie de amplias gradas; en la parte plana se siembra alfalfa, maíz o habas. Los antiguos pobladores supieron aprovechar las faldas de los cerros para convertirlos en zonas de cultivos; para regar los espacios recorrían el agua desde la toma del río. Las antiguas culturas necesitaron mucho ingenio y mano de obra calificada para ganar esos espacios. En algunos lugares, debido a lo inaccesible del terreno, solo son regados por las aguas de las lluvias que se presentan de manera periódica en la temporada de diciembre a marzo. Los andenes de Huayrana, los de Huaquirata y las extensiones del Valle de Apatake y Santa María, son prueba evidente del arduo trabajo. Los lugareños que dedican sus días a cuidar las vacas, escuchan a la alondra de los prados cuando su canción cae en el silencio, como gotas de música. Se dan un tiempo para acudir a los baños termales del río y ver a unos bailarines que danzan en la loza deportiva. Me alegra que mi hijo Jonathan, dedique su tiempo libre de vacaciones del trabajo a predicar. En otra oportunidad, otro de mis hijos, también visitó Laramate: Christian. Han conocido la tierra en que caminé mis primeros pasos.
Christian Loayza y un amigo, en Laramate.
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